Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-01-2018, Gaudium Press) Ayer, día en que la Iglesia conmemoró a la Santa Madre de Dios, el Papa rezó el Ángelus y meditó con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, en el primer día de año.
Al tiempo que el Pontífice destacó el fundamental papel de la Virgen en la historia de la salvación, pidió «fijar los ojos en ella y en el Niño Jesús que sostiene en brazos». «Ella bendice el camino de cada hombre y cada mujer en este año que comienza», «que será precisamente bueno en la medida en la que cada uno acoja la bondad de Dios que Jesús vino a traer al mundo», añadió.
El Papa comentó la primera lectura del día -«Que el Señor te bendiga y te guarde. Que el Señor haga brillar su rostro y te dé gracia. Que el Señor te muestre su rostro y te conceda paz» (Nm 6,24-26)- diciendo que «el rostro de Dios es inaccesible para el hombre: nadie puede ver a Dios y seguir vivo».
Dios, gigantesco, pero que se revela en Jesús, nacido de mujer
El anterior texto «expresa la trascendencia de Dios, la grandeza infinita de su gloria. Pero la gloria de Dios es todo Amor, y por lo tanto, mientras permanece inaccesible, como un Sol que no se puede ver, irradia su gracia sobre cada criatura y, de manera especial, sobre los hombres y las mujeres en quienes más se refleja», señaló el Pontífice.
Es cierto también que «cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios se reveló mediante el rostro de un hombre, Jesús, nacido de mujer» (Gal 4, 4).
Y «aquí volvemos al ícono de la fiesta de hoy, desde donde comenzamos: la imagen de la Santa Madre de Dios, que nos muestra al Hijo, a Jesucristo, al Salvador del mundo. Él es la bendición para cada persona y para toda la familia humana. Él es la fuente de la gracia, la misericordia y la paz», dijo Francisco, explicando que por ello Pablo VI quiso que el primer día del año fuera también el Día Mundial de la Paz. La edición de este año tiene como lema: «La buena política está al servicio de la paz».
«No pensemos que la política está reservada sólo a los gobernantes: todos somos responsables de la vida de la ciudad, del bien común; y la política también es buena en la medida en que cada uno hace su parte al servicio de la paz. Que la Santa Madre de Dios nos ayude en este compromiso diario», concluyó el Papa.
Con información de Vatican News
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