Río de Janeiro (Jueves, 03-01-2019, Gaudium Press) Ya en el primer día del año, la Iglesia Católica celebró la solemnidad de María, Madre de Dios, título que resume en sí el dogma que fue siendo profundizado de a poco: en 325 el Concilio de Nicea, y en 381 el de Constantinopla, conforme explica el Cardenal Orani João Tempesta, en su más reciente artículo publicado en el site de la Arquidiócesis de Río de Janeiro.
Estos dos Concilios, según el purpurado, trataron de responder respecto a ese misterio de la consubstancialidad de Dios uno y trino, y Jesucristo, verdadero Dios y hombre.
«En el siglo IV, ya enseñaba el obispo San Atanasio: ‘La naturaleza que Jesucristo recibió de María era una naturaleza humana. Según la divina escritura, el cuerpo del Señor era un cuerpo verdadero, porque era un cuerpo idéntico al nuestro’. María es, por tanto, nuestra hermana, pues todos somos descendientes de Adán. Haciendo la relación de este misterio de la encarnación, en el cual el Verbo asumió la condición de nuestra humanidad con la realidad de que nada cambió en la Trinidad Santa, incluso habiendo el Verbo tomado un cuerpo en el seno de María, la Trinidad continúa siendo la misma; sin aumento, sin disminución; es siempre perfecta. En ella, reconocemos una sola divinidad. Así, la Iglesia proclama un único Dios en el Padre y en el Verbo, por eso, la Santísima Virgen es la Madre de Dios», afirma.
De acuerdo con Mons. Orani, en el día que es encerrada la Octava de la Santa Navidad, la Iglesia se vuelve para la Virgen que engendró en su seno y dio a luz el verdadero Dios hecho hombre. «Llegó la plenitud de los tiempos y ‘Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer’, aquella misma que los pastores encontraron velando al ‘recién-nacido acostado en el pesebre’. Somos gratos a la Virgen Santa y, contemplando a su hijo, reconocemos en Él el Dios perfecto y la proclamamos verdaderamente Madre de Dios…».
«En este día la Iglesia celebra esa gran noticia: la Virgen María, Madre de Dios. Título Mariano de gran importancia para nosotros cristianos. Nosotros nos colocaremos en la escuela de María, la discípula perfecta. En esta meditación vemos el sentido del «sí» de María, la apertura a Dios que la coloca en una disponibilidad abierta al horizonte de la fe dirigido a lo ilimitado», completa.
Al recordar la Maternidad Divina de Nuestra Señora, la Iglesia recuerda también las condiciones maravillosas de esa maternidad, pues ella ocurrió de modo virginal. Y con efecto, la Madre del Señor «no solamente concibió, sino también virginalmente dio a luz un hijo – es la profecía de Isaías (cf. 7,14)».
«Santa María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia y nuestra Madre, bendecid a todos los brasileños en el año 2019 que se inicia y que sea un tiempo verdaderamente de paz y de vivencia de los valores del Evangelio, con la defensa de la vida del vientre materno a su término natural. ¡Que tengamos días bendecidos y de paz! ¡Amén!», concluye el Cardenal Tempesta. (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Arquidiócesis de Río de Janeiro
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