Saginaw (Miércoles, 09-01-2019, Gaudium Press) El P. Edwin C. Dwyer, sacerdote de la Diócesis de Saginaw, Estados Unidos, decidió predicar una homilía diferente a sus fieles al recibir las estadísticas diocesanas anuales de asistencia a la Eucaristía. En lugar de lamentarse o regañar a los presentes (que de hecho sí asisten al templo), los convocó en un renovado compromiso por atraer a los alejados, particularmente a los jóvenes, a través de la belleza. Su argumentación llamó la atención de creyentes en otros lugares y la homilía ha sido reproducida a través de diferentes medios católicos y redes sociales.
P. Edwin C. Dwyer, sacerdote de la Diócesis de Saginaw, Estados Unidos. |
«¡Siempre hay esperanza en Cristo!», comenzó su predicación el sacerdote, quien alertó que iba a compartir con los fieles datos que podrían ser desalentadores. «Sonará como si estuviéramos en medio de una tribulación, y muy bien podríamos estarlo. Sin embargo, queda la llamada a vivir como santos. El llamado a llevar a Cristo a los demás permanece. La esperanza de Cristo permanece».
Según las estadísticas oficiales, la Diócesis de Saginaw registró un descenso en asistencia a la Eucaristía del 7.3% en el último año, sumando una caída del 23.7% en los cinco años y un descenso de casi 45% desde 2005. Esto significa el alejamiento de 22.700 feligreses. «Lo diré nuevamente», alertó el sacerdote: «22.700 almas menos están siendo alimentadas por la Palabra de Dios y la Sagrada Eucaristía los domingos desde 2005». Si bien su propia parroquia exhibe una disminución menor, la situación motivó al sacerdote a «reponer las bancas» con ayuda de los fieles, sin entretenerse en buscar culpables.
El primer desafío señalado por el sacerdote es demográfico: la proporción entre jóvenes y adultos mayores. «Si no tenemos personas de mi edad o menores, ¿quién tendrá los niños para ser bautizados y enseñados en la fe? ¿Quiénes serán las familias de esta parroquia en 15 años? ¿Podremos permanecer abiertos en 15 años sin los jóvenes?», cuestionó el P. Dwyer. «Quiero ser claro. Me alegraré en cualquier alma que ayude a traer a Cristo. Estoy en este trabajo por el celo de las almas. Entonces, si un hombre de 98 años quiere ser bautizado, me alegraré como lo haría si un estudiante universitario le pidiera lo mismo», aclaró. «Estoy en esto para salvar almas, pero no me importaría si pudiera salvar una parroquia en el camino».
Con este enfoque, pidió centrarse en lo que atrae a la Iglesia al mayor número de jóvenes no católicos, reconociendo la belleza y la tradición de la Iglesia como los principales atractivos para las nuevas generaciones. «Las llamadas ‘formas antiguas’ son muy populares entre los católicos más jóvenes. Los olores, las campanas, los himnos clásicos, el canto, el silencio prolongado y – prepárense para esto – el latín, están siendo ampliamente acogidos por las generaciones más jóvenes de la Iglesia», comentó el presbítero. «Además, cuando los jóvenes no católicos experimentan estas tradiciones, se sorprenden por lo diferentes que son de todo lo demás que experimentan en una cultura secular y ruidosa. Estas ‘viejas formas’ son hermosas para ellos, y la belleza es un gran lugar para presentar a los jóvenes a Jesucristo».
Por este motivo, convocó a los fieles a potenciar la ya hermosa celebración eucarística. «Vamos a vernos, oírnos, y oler muy diferente al resto del mundo los domingos. Será una experiencia religiosa que, como mínimo, será memorable para los jóvenes que la encuentren», propuso el sacerdote. «Ya hemos dado algunos pasos con la distribución de la Comunión y el atuendo del servicio del altar. No he estado aquí por mucho tiempo, pero la gente me dice que están notando más familias jóvenes y bebés llorando. Y si la Iglesia no está llorando, la Iglesia se está muriendo. Mi objetivo es escuchar un coro de bebés llorando antes de que termine mi tiempo aquí».
El P. Dwyer expuso a los fieles como ejemplo las eucaristías que se celebran en el campus de la Saginaw Valley State University. «No es la misa previa al Concilio Vaticano II, pero hemos restaurado muchas tradiciones perdidas que el Concilio Vaticano II requiere que practiquemos para el deleite de los estudiantes», explicó el predicador. «Cristo nos manda observar las señales de los tiempos. Los números serios de nuestro conteo de octubre y la respuesta de los jóvenes a las tradiciones restauradas son algunos de esos signos. Si vamos a tomar en serio el hecho de mantener viva nuestra parroquia para la próxima generación, y de inculcar la fe en los jóvenes, debemos reconocer que el status quo debe cambiar».
«La esperanza es el deseo de algo con la expectativa de lograrlo. Tengo una gran esperanza en un futuro saludable para esta parroquia. Lo deseo, y espero lograrlo», concluyó el sacerdote, quien reveló su deseo de que muchos de los jóvenes que ve en bares y tiendas encuentren a Jesucristo. «Lo deseo, y espero lograrlo. Como su pastor, tengo una gran esperanza de que me apoye en estos esfuerzos. Lo deseo, y espero lograrlo. Dios desea que cada alma en Bay City y más allá reine con él en el cielo después de la muerte terrenal. Por su poder y gracia, mis hermanos y hermanas en Cristo, hagamos esto».
Con información de uCatholic.
Deje su Comentario