Park Hills (Jueves, 24-01-2019, Gaudium Press) El matoneo mediático del que fueron víctimas estudiantes de la Escuela Católica Convington, en Park Hills – Kentucky, EE.UU., y particularmente su alumno Nick Sandmann, es digno de figurar en la antología de la persecución contra lo que huela a cristiano. Recorramos los hechos, que no han tenido la repercusión debida en el mundo no anglosajón.
Se encontraba un grupo de estudiantes de la Escuela Convignton en el Lincoln Memorial, tras participar en la multitudinaria Marcha por la Vida que todos los años se realiza en Washington, y que este 2019 ocurrió el pasado 18 de enero, coincidiendo con una manifestación que también se realizaba en la capital americana ese día, la primera Marcha de los Pueblos Indígenas, o de los Pueblos Originarios.
Y fue entonces, cuando se hizo viral un video en el que el chico Nick Sandmann sonreía y sostenía la mirada de Nathan Phillips, nativo americano veterano de la guerra de Vietnam de 64 años, quien tocaba muy cerca del estudiante un tambor autóctono. Ocurría que el joven portaba una gorra roja con un mensaje que desata muchas pasiones políticas en los EE.UU.: Make America great again (Haz América grande otra vez), la ya famosa MAGA-gorra. Chicos del mismo colegio rodeaban a los dos protagonistas de la escena, cantando, en actitud de alegría.
Resultó que comenzaron a circular las versiones -primero por redes sociales- de que los chicos, y particularmente Nick, se estaban burlando del pobre nativo americano. El escenario estaba completo, la pólvora lista, y la bomba hizo explosión. La gran midia se hace eco de las redes e inicia el matoneo contra los ‘agresivos chicos blancos de escuela católica’ que atacaron a un pobre nativo americano.
La diócesis de Covington y la dirección de la Marcha por la Vida deploran la «actitud» de los chicos
Tras el fuerte ataque en redes a la supuesta actitud de los jóvenes la propia Escuela Convington y la Diócesis de Covington emitieron una declaración el 19 de enero condenando las acciones de los estudiantes «específicamente contra Nathan Phillips, y los nativos americanos en general».
«Extendemos nuestras más sinceras disculpas al Sr. Phillips. Este comportamiento se opone a las enseñanzas de la iglesia sobre la dignidad y el respeto de la persona humana», decía la comunicación, que agregaba que el incidente estaba «siendo investigado y tomaremos las medidas adecuadas hasta e incluyendo la expulsión». Estaban siendo investigados los hechos, pero ya se asumía como cierta la versión dominante. La actitud de los estudiantes había manchado «todo el testimonio de la Marcha por la Vida».
Por su parte la presidenta de Marcha por la Vida, Jeanne Mancini, había hecho lo propio, declarando que lo ocurrido entre estudiantes y el nativo americano no representaba su organización ni a «la vasta mayoría de los marchantes», diciendo también que ese tipo de conductas no son bienvenidas en la Marcha y nunca lo serán. Se plegaba también pues a la versión circulante. Los muchachos y el colegio ya recibían amenazas, incluso de muerte. Entretanto, y aunque su amplia difusión inició más tarde de lo debido, comenzaron a circular otros videos, más amplios, más completos, contextualizados…
Estos videos mostraban que integrantes de la Marcha de los pueblos originarios se habían burlado de los estudiantes.
Nick, en comunicado, declaró que el nativo Phillips lo «miró a los ojos y se me acercó, quedando a centímetros de mi cara». Quien se había acercado era Phillips, no los chicos.
«No le hablé. No hice gestos con las manos u otros movimientos agresivos. Para ser sincero, yo estaba sorprendido y confundido de la razón por la cual se me había acercado. Otro grupo de manifestantes ya nos había gritado… Estaba preocupado de que la situación se saliera de control».
Nick también manifestó que el grupo de muchachos comenzó a hacer cantos de espíritu escolar para «contrarrestar las cosas odiosas que se estaban gritando a nuestro grupo», algo que habían realizado con el permiso de los adultos acompañantes. Pero Nick también rezó, mentalmente, pidiendo a Dios ayuda para la ocasión.
«Durante el período del toque del tambor, un miembro del entorno del manifestante comenzó a gritarle a un compañero de estudios que nosotros [los chicos] ‘robaron nuestra tierra’ y que deberíamos ‘regresar a Europa'», comentario ese sí de cuño racista. «Escuché a uno de mis compañeros de estudios comenzar a responder. Le hice un gesto a mi compañero y traté que dejara de interactuar con el manifestante». Es decir, Nick no solo no se había burlado, sino que había asumido una actitud enteramente conciliadora ante la agresión que los chicos estaban sufriendo.
«Soy un fiel cristiano y practicante católico y siempre trato de estar a la altura de los ideales que me enseña mi fe: ser respetuoso con los demás y no realizar acciones que conduzcan a conflictos o violencia», declaró Nick.
Muchos de los medios que participaron del bullying mediático contra Nick y el colegio ya se han disculpado; no todos. Pero la sucesión de acontecimientos deberá servir para no aceptar sin más las olas que a veces se desarrollan en redes sociales, específicamente aquellas ‘políticamente correctas’, dirigidas contra católicos. (Gaudium Press / SCM)
Con información de CNS
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