Abu Dhabi – (Martes, 05-02-2019, Gaudium Press) En este martes, 5 de febrero, último día de su viaje apostólico a los Emiratos Árabes Unidos, el Estadio Zayed Sports City, en Abu Dhabi, recibió millares de fieles para la misa con el Papa Francisco en un momento culminante para la comunidad católica en este viaje apostólico realizado por el Pontífice Romano a la Península Arábica.
Con capacidad para acoger 45 mil personas, el estadio quedó totalmente lleno y fuera de él fueron montadas pantallas para que la ceremonia pudiese ser acompañada por otros millares de personas.
Las autoridades locales calculan que, en total, estaban presentes en la celebración (dentro y fuera del estadio), cerca de 180 mil personas que allí fueron para asistir la primera Misa celebrada por un Papa en los Emiratos Árabes Unidos.
En la ocasión, Francisco pronunció una homilía en italiano que fue traducida simultáneamente al árabe. De ella transcribimos algunos de los trechos más significativos.
«Sean felices»; «Sigan a Jesús»
«Amados hermanos y hermanas, en la alegría de encontrarlos, esta es la palabra que vine a decirle: ¡Felices!».
«¿Quién tiene razón: Jesús o el mundo? Para comprender, veamos cómo vivió Jesús: pobre de cosas y rico de amor, curó muchas vidas, pero no salvó la suya. Vino para servir y no para ser servido; enseñó que no es grande quien tiene, sino quien da. Justo y manso, no opuso resistencia y se dejó condenar injustamente.
«Y, así, Jesús trajo el amor de Dios al mundo.
«Solo así derrotó la muerte, el pecado, el miedo y la propia mundanidad: únicamente con la fuerza del amor divino.»
«Pidamos hoy, aquí juntos, la gracia de volver a descubrir el encanto de seguir a Jesús, de imitarlo, de nada más buscar sino a Él y su amor humilde. Con efecto, es en la comunión con Él y en el amor por los otros que está el sentido de la vida en la tierra. ¿Creen en eso?»
Las Bienaventuranzas
«Las Bienaventuranzas son un mapa de vida: no piden acciones sobre-humanas, sino la imitación de Jesús en la vida de cada día.
«Nos invitan a mantener puro el corazón, a practicar la mansedumbre y la justicia venga lo que venga, a ser misericordiosos con todos, a vivir la aflicción unidos a Dios.
«Es la santidad de la vida diaria, que no precisa de milagros ni de señales extraordinarias.
«Las Bienaventuranzas no son para súper-hombres, sino para quien enfrenta los desafíos y pruebas de cada día. Quien las vive a manera de Jesús torna puro el mundo. Es como un árbol que, incluso en tierra árida, diariamente absorbe aire contaminado y restituye oxígeno.»
«Hago votos de que sea así, bien enraizados en Jesús y listos a hacer el bien a quien está cerca de ustedes. Que las comunidades de ustedes sean oasis de paz.»
Felices los mansos
El Papa finalizó deteniéndose brevemente en dos Bienaventuranzas. Sobre la primera, «Felices los mansos» (Mt 5, 5), Francisco invitó a no agredirnos, sino a mantener el comportamiento de Jesús, de ser mansos, incluso delante de los acusadores. Entonces, el Pontífice citó a San Francisco:
«Ni luchas ni disputas: en aquel tiempo en que muchos partían revestidos de pesadas armaduras, San Francisco recordó que el cristiano parte armado apenas con su fe humilde y su amor concreto. Es importante la mansedumbre: si vivimos en el mundo a manera de Dios, vamos a tornarnos canales de su presencia; caso contrario, no daremos fruto.»
«Felices los pacificadores» (Mt 5, 9).
El Papa incentivó a promover la paz, a comenzar por la comunidad en que se vive: «Felices los pacificadores» (Mt 5, 9).
Para Francisco, una Iglesia que persevera en la palabra de Jesús y en el amor fraterno produce frutos.
«Para ustedes, pido la gracia de preservar la paz, la unidad, de cuidar unos de los otros en una bella fraternidad, donde no haya cristianos de primera clase y de segunda. Jesús, que les llama «felices», conceda la gracia de caminar siempre delante sin desanimarse, creciendo en el amor «unos para con los otros y para con todos» (1 Ts 3, 12).» (JSG)
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