Washington (Viernes, 08-02-2019, Gaudium Press) Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles, Estados Unidos, impartió una conferencia en el encuentro Hispanic Innovators of the Faith (Innovadores Hispanos de la Fe) de la Universidad Católica de América en Washington el pasado 06 de febrero. En su intervención, el prelado lamentó que la sociedad actual se aleje progresivamente de Dios con la temible consecuencia de perder su propio propósito y el sentido de humanidad.
Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles, Estados Unidos. Foto: Arquidiócesis de Los Ángeles. |
El Arzobispo recordó el valiente testimonio de los primeros misioneros en el continente americano, quienes valoraron la sacralidad y vocación de los pueblos indígenas hacia Cristo, buscando para ellos la conversión a la verdadera fe y el trato justo por parte de los conquistadores. La defensa de la dignidad humana de los indígenas puede ser trasladada al día de hoy, cuando diversas legislaciones cuestionan la definición y el sentido de lo que es un ser humano.
«Vengo a estas cuestiones, no como historiador o erudito, sino como pastor de almas. Y como pastor, estoy preocupado por la dirección que está tomando nuestra sociedad», alertó Mons. Gómez. «Creo que nuestra forma de vida hace que sea más difícil para las personas encontrar a Dios y saber el significado de sus vidas». La pérdida del entendimiento común sobre lo que es el ser humano es causada por » la pérdida más amplia de la conciencia de Dios en nuestra sociedad».
Los estragos de perder a Dios
Graves amenazas como el aborto, la anticoncepción, la eutanasia, la experimentación con embriones y la esclavitud de la trata de personas, son muestras de esa crisis, así como la extensión de la ideología de género, la disminución de la natalidad, y el crecimiento de males como la drogadicción, las enfermedades mentales y el suicidio. La crisis del hombre se evidenció también en el siglo XX, caracterizado por las guerras mundiales y las masacres del comunismo soviético y los campos de exterminio.
«Hoy los humanismos ateos se han desvanecido. Pero el proyecto de una clase de liderazgo global para crear un mundo sin Dios y transformar a la persona humana de acuerdo con los dictados políticos y económicos, ese proyecto todavía está muy vivo», comentó el Arzobispo. «En este país y en todo el Occidente, los creyentes ahora enfrentan la persecución ‘suave’ de aquellos que quieren expulsar cualquier influencia cristiana que permanezca en nuestra vida política y económica».
En la pretensión de construir todas las dimensiones de la vida al margen de Dios, el hombre se hace esclavo del materialismo y de sus propias ideas, perdiendo la noción de valores permanentes o universales como la verdad o la belleza, reduciendo todo a las opiniones o las preferencias. «El resultado final de esta forma de pensar es la degradación de la persona humana», expuso el prelado.
La herejía de nuestro tiempo
«La crisis de la persona humana es una crisis de la Encarnación. Cada edad tiene sus herejías (…). Podemos ver estas herejías en muchas áreas de nuestra vida personal, política y económica. Pero la herejía que subyace a todas los demás es el rechazo de la Encarnación de nuestro Señor y Salvador Jesucristo», indicó Mons. Gómez, quien explicó que el dogma de la Encarnación expone como Jesús es verdadero Dio s y verdadero hombre, haciéndose la revelación definitiva no sólo de Dios, sino de la verdad sobre el ser humano. «La fe en la Encarnación, tal como se desarrolló en la Edad Media y el Renacimiento temprano, dio forma a nuestra civilización en Occidente: en las artes, en la literatura, en la ciencia y la filosofía, y de manera crucial. , en nuestro entendimiento de la persona humana y el gobierno. Por eso el rechazo de la Encarnación está teniendo consecuencias tan profundas. Ya vemos un emergente humanismo sin Dios que se está volviendo cada vez más inhumano».
«A veces, creo que estamos viviendo la tentación original de la serpiente en el jardín, la tentación de resentir de Dios, de dudar de sus intenciones amorosas para con nosotros; la tentación de querer ser dioses nosotros mismos, dueños de nuestro propio destino, decidiendo por nosotros mismos lo que es bueno y malo», agregó el Arzobispo. «También creo que podemos estar repasando la historia de Babel, la historia del primer intento de la humanidad por tratar de usar la razón y la tecnología para construir una civilización sin Dios».
Por este motivo, los creyentes deben construir la sociedad mirando nuevamente a Cristo como el modelo y guía por excelencia, proclamando que Jesucristo es el auténtico Salvador que revela el rostro de Dios y del ser humano, a quien debemos imitar, de forma que sigamos su llamado a seguirlo, «a pensar con su mente, a amar con su corazón, a vivir con sus palabras». La imitación de Cristo debe hacer surgir «otros Cristos» que iluminen el mundo. «Necesitamos recuperar este heroico cristianismo de los santos, de vivir profundamente los misterios de Jesucristo. Este es el poder que nos llega a través de la Encarnación», propuso Mons. Gómez. «La verdad de la Encarnación es la verdad de que estamos llamados a la santidad, a vivir para la gloria de Dios, a ser santos en medio de nuestras vidas ordinarias. Amigos, esta es la hermosa visión de la persona humana que estamos llamados a proclamar en nuestro tiempo».
Con información de Angelus News.
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