Redacción (Jueves, 14-02-2019, Gaudium Press) La ironía, el escepticismo, la irreverencia y la blasfemia consiguieron aglutinarse. Literatos, libres pensadores y filósofos escépticos sumaron sus prestigios para formar un extraño coro afinado apenas en cuanto a la voluntad de crear en la opinión pública dudas y desconfianzas con relación a Lourdes y sus milagros.
Ernest Renan, Anatole France, Émile Zola son los más conocidos y famosos de los detractores de Lourdes.
Pero la furia contra las apariciones y milagros partió también de sectores, aparentemente insospechados. El Padre Alfred Loisy, profesor del Instituto Católico de París, que murió excomulgado, comparaba las curas de Lourdes con las que «sucedían antes en los templos de Esculapio», dios pagano de la medicina.
Triunfo de María sobre la impiedad
El flujo de gracias en Lourdes era evidente. Desde el inicio, la bondad de Nuestra Señora se mostraba insondable. Sin embargo, era necesario eliminar cualquier resquicio de dudas a propósito de las apariciones y los milagros decurrentes de ellas. Así se podría hacer triunfar la evidencia del afecto, la bondad y amor de María Santísima hacia los hombres. Los ataques contra Lourdes dieron oportunidad a que eso pudiese ocurrir.
Y sucedió, contra la voluntad de sus detractores, en la estera del propalado cientificismo ateo del final del siglo XIX.
Diseñados por los ataques
Las herejías siempre fueron una oportunidad para que la Iglesia pudiese desarrollar su doctrina. Ya hubo hasta quien afirmase que, a lo largo de los siglos, el perfil de la Iglesia fue esculpido por los ataques esgrimidos contra ella. Eso quiere decir que, de cada llaga que los enemigos abren en el cuerpo de la Iglesia no aparece la marca de una cicatriz, al contrario, surge una luz que indica y discierne la belleza de su perfil doctrinario.
Aquí nosotros podemos aplicar el mismo raciocinio.
La ofensiva de las críticas, calumnias y detracción contra los milagros de Lourdes favoreció el aparecimiento de un órgano que tenía como encargo constatar, con todo rigor científico, la autenticidad y la naturaleza de los milagros acontecidos en Massabielle. Era la Comisión Médica de Lourdes, creada por Mons. Laurence, obispo diocesano de Tarbes-Lourdes, el 28 de julio de 1858, doce días después de la última aparición de Nuestra Señora.
Esa primera comisión fue la base para el surgimiento del actual Bureau Médico de Lourdes.
Bureau Médico de Lourdes
Con sus métodos y criterios científicamente rígidos y siempre actualizados, el Bureau constata que hechos naturalmente inexplicables pueden ocurrir. En otras palabras: el milagro ocurre. Y en Lourdes ellos han sido abundantes, para gloria de Dios y la Inmaculada Concepción.
El Bureau Médico de Lourdes estudia, solamente desde el punto de vista médico, si las curas que los fieles afirman haber ocurrido por intercesión de Nuestra Señora son o no explicables por la ciencia: jamás hace afirmaciones sobre el punto de vista religioso sobrenatural.
Si la ciencia no es capaz de explicar el hecho ocurrido, el Bureau envía el resultado de esa constatación al Obispo de donde vino la persona favorecida por la cura. El Obispo es quien decide oficialmente el reconocimiento o no del milagro y no se pronuncia desde el punto vista médico.
Por tanto, el primer paso para el reconocimiento oficial del milagro es la constatación por el Bureau Médico de que la cura habida va más allá de lo que la medicina conoce. La sede del Bureau Médico es incluso en Lourdes. Y cualquier persona, juzgándose beneficiada por una cura inexplicable, ocurrida después del uso de las aguas de la fuente de la gruta, puede presentarse a él, alegar la cura y pedir una constatación de reconocimiento médico de eso.
Cualquier médico puede asistir a una sesión del Bureau que está compuesto por analistas de todas las especialidades, católicos o no.
De cualquier fiel que se juzgue beneficiado por un milagro es hecha una ficha minuciosa con la narración del hecho. Para eso son necesarios documentos médicos comprobatorios de la enfermedad antes de la cura, de su gravedad y naturaleza. Por falta de ellos, muchos casos no son aceptados, incluso teniendo reales apariencias de milagros.
Si los médicos juzgan que la cura es científicamente inexplicable, el dossier del caso es enviado para un comité de segunda instancia que también lo analizará en sus minucias. Esa segunda instancia es el Comité Médico Internacional de Lourdes. Un órgano con independencia total, que revisa los datos recibidos del Bureau, hace nuevas investigaciones, nuevos análisis, examina a la persona curada y consulta especialistas que no forman parte de él.
Caso el Comité Internacional juzgue que la cura sea científicamente inexplicable, el parecer final es remitido al Obispo de la diócesis de la persona. Una eventual proclamación canónica de milagro será dada siempre por el Obispo.
El Bureau, el Comité e incluso el Obispo siguen principios normativos semejantes a los que regulan los procesos de beatificación y canonización de santos en la Iglesia.
Los números
Casi 7000 personas tuvieron sus pedidos de constatación de milagros aceptados por el Bureau Médico de Lourdes. Alrededor de 2000 casos fueron juzgados como siendo inexplicables por la ciencia. La Iglesia, siempre prudente, reconoció como milagrosos 67 de esos casos.
Esos números no contabilizan el total de fieles que alegan una cura milagrosa en Lourdes.
Mucha gente favorecida no sabe de la existencia del Bureau y, por tanto, en él no registran sus curas. También, muchas otras personas no poseen la documentación necesaria para ser presentada al Bureau.
Hay todavía el hecho de un número enorme de fieles que, aún teniendo certeza de que sus curas sean sobrenaturales, no se presentan al Bureau porque las enfermedades no tienen proporciones para eso.
Esas curas físicas son las únicas visibles. Ellas deben ser tenidas como una señal de las curas invisibles que tienen lugar en Lourdes y que tal vez sean más numerosas e importantes. Son curas del corazón, del alma, la cura del pecado, la reconciliación con Dios, con los otros y consigo mismo. El número de ese tipo de curas es enorme, sin embargo, no son propios para análisis médico.
Tampoco son de trato médico las gracias, favores y resolución de problemas afectivos, profesionales, familiares, económicos, financieros que forman una legión enorme de favorecidos.
¡Así es Lourdes!
Los escépticos podrán reír, sin embargo, la sonrisa de ellos jamás fue impedimento para el caminar del hombre que tiene Fe. Este pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira también puede ser aplicado para Lourdes: Sus detractores desaparecieron en el tiempo. ¡Lourdes, caminó!
Su santuario, junto al lugar de las apariciones, es el más frecuentado en Francia y de los más concurridos en todo el mundo. De todos los países llegan, constantemente, peregrinos para bañarse en sus aguas.
La devoción a Nuestra Señora de Lourdes se esparció por toda la Tierra. En todos los continentes existen iglesias, santuarios, basílicas, capillas o simples grutas que son consagradas a Nuestra Señora de Lourdes.
En Lourdes se conservó siempre la llama de la Fe. Ella es un polo de Luz, de esperanza, un chorro continuo de gracias divinas ofrecidas maternalmente por aquella que se presentó como siendo la Inmaculada Concepción.
Por João Sérgio Guimarães
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