Arquata – Italia (Viernes, 15-02-2019, Gaudium Press) En 2016 la iglesia de Santa María Asunta, en la ciudad italiana de Arquata, fue destruida por el terremoto que asoló la región.
La Iglesia entera se vino abajo y obras de arte quedaron enterradas. Todo en ella fue dado como perdido.
Transcurridos casi dos años después de la calamidad, un equipo de los Carabinieri, la Policía Militar italiana, que es especializada en bienes culturales, comunicó que había sido rescatado el tabernáculo de la Iglesia destruida y que lo conservaba en custodia, deseando devolverlo a la diócesis.
Semejanza con el Milagro de Siena de 1730
Fue entonces que ocurrió una sorpresa que recordó a todos el milagro eucarístico de Siena ocurrido en 1730: Dentro del tabernáculo del siglo XVI, encontraron el copón bien cerrado, aunque derrumbado, y cuarenta hostias perfectamente conservadas dentro de él.
Como en Arquata, las hostias consagradas habían pasado un año y medio soterradas, sin embargo integralmente conservadas, sin ninguna señal de moho o alteración de cualquier especie.
El obispo de Ascoli Piceno, diócesis a la cual pertenece la parroquia de Santa María Asunta, comentó después de ver las hostias: «Se percibía todavía el olor de las hostias nuevas. Es como si Jesús hubiese sido tragado por el terremoto y salido vivo de entre las ruinas», comentó el prelado.
Él está presente
El P. Angelo Ciancotti, de la catedral, que fue el primero en tener el copón en sus manos, no conseguía atajar las lágrimas.
Él había promovido varias tentativas de recuperación que solo ahora fue posible de ser efectuadas después del tabernáculo haber sido retirado cubierto de polvo y pudiendo percibir en él el efecto de los golpes de los escombros.
La idea era que las llaves del tabernáculo no consiguiesen abrirlo más.
El Padre Angelo había conservado una llave en la esperanza de un día poder abrir el tabernáculo con ella. Y lo consiguió.
«En la primera tentativa, el tabernáculo se abrió. El copón estaba acostado, pero cerrado. En él, el Cuerpo de Cristo después de un año y medio enterrado, estaba perfecto, desde el punto de vista del color, la forma y el olor.»
«No había ninguna bacteria o moho que puede aparecer en cualquier hostia después de semanas encerrada. Al contrario, después de un año y medio, aquellas parecían haber sido hechas en el día anterior».
Una sensación se apoderó de los testigos: «Él está presente».
Sí, es un Milagro
«Sí, para mí es un milagro», dijo el P. Angelo, para el diario regional «Il Resto del Carlino».
«Quien no tiene fe no creerá en nada. El Señor hizo todo por sí mismo», comentó al «National Catholic Register» de los EE.UU.
El sacerdote sabía que las hostias habían sido hechas por las monjas del convento de San Onofre y fue a preguntar a ellas si habían usado algún tipo de conservante.
«No, respondieron ellas, apenas harina y agua».
Para el P. Angelo, fue un «hallazgo prodigioso e inexplicable. (…) Para mí es un milagro y un mensaje para todos que nos recuerda la centralidad de la Eucaristía.
«Jesús nos dice: Yo existo y estoy con vosotros. Confiad en Mi.» (JSG)
De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones «Aleteia»
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