Ciudad del Vaticano (Lunes, 18-02-2019, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, que fue rezado y meditado ayer en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comentó la lectura evangélica del día que relata la declaración de las bienaventuranzas que hace el Señor. Se habían reunido un gran número de discípulos y personas del pueblo y ante ellos, dijo Jesús:
Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas. (Lc 6, 17.20-26)
Las Bienaventuranzas -expresó el Pontífice- «nos alientan a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo».
Es la anterior una lectura que «nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe», una fe que se resume «en confiar totalmente en el Señor».
«Se trata de romper los ídolos mundanos para abrir nuestros corazones al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada, pero difícil de alcanzar». Precavió el Papa que hoy «hay muchos que se proponen como dispensadores de felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y soluciones mágicas a todos los problemas». Esto puede ir directamente contra el primer mandamiento: «la idolatría, substituyendo a Dios por un ídolo», indicó el Pontífice.
Cuando Jesús emplea la expresión «ay de ti», la dirige particularmente a los que hoy están bien, y «sirve para ‘despertarlos’ del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras están a tiempo».
El Papa resaltó que todos estamos llamados a la felicidad, pero que esta solo se torna real cuando nos ponemos de lado de Dios, de su Reino, de lo que no es efímero: «Somos felices si nos reconocemos necesitados ante Dios».
Con información de Vatican News
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