Redacción (Lunes, 18-02-2019, Gaudium Press) El próximo 19 de marzo es la fiesta del Patrono de la Iglesia Universal: San José, quien es conocido como uno de los santos que más realizan milagros. No en vano Santa Teresa de Jesús, la religiosa y mística española que reformó la Orden del Carmelo -quien era gran devota del padre adoptivo de Jesús- solía decir: «No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».
Para preparar la fiesta del santo patriarca existe una devoción muy especial, que consiste en orar a San José durante 30 días.
Aunque la oración se puede realizar durante cualquier época del año, se recomienda rezarla como antesala a su solemnidad y en memoria de los 30 años que el «santo del silencio» vivió en la tierra con Jesús y María Santísima, y frente a una imagen o altar dedicado a él.
Es recomendable, además, que durante la treintena se reciba la comunión, especialmente los días miércoles dedicados al padre adoptivo de Jesús.
San José es el Patrono de la Ilglesia Universal y se le conoce como el «santo del silencio». |
«Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así del cuerpo como del alma; que a otros santos parece des dio el Señor la gracia para correr en una necesidad; a este glorioso santo, tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender, que así como le fue sujeto en la tierra (…), así en el Cielo hace cuánto le pide», señalaba también Santa Teresa de Jesús.
Ver: La historia de San José el Parlero: la imagen que le hablaba a Santa Teresa de Jesús
Aquí la oración que se realiza durante 30 días seguidos:
Treintena a San José
¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.
Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María, y os lo pediré, urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido, y deseo.
1. Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del Hombre, Dios con el Hombre.
2. Os lo suplico por vuestra ansiedad de sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.
3. Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.
4. Os lo imploro por la dolorosísima y humillante circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.
5. Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Ángel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedentísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro, y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.
6. Os lo pido por vuestra aflicción dolorosa de tres días al perder a vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el templo; por vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.
7. Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.
8. Os lo demando por la dolorosa previsión, que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas un día en la Cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz; aquel último momento en que le veíais expirar y morir por mí, por mi alma, por mis pecados.
9. Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María, y vuestra entrada en el Limbo de los Justos en el cielo, donde tenéis vuestro trono de poder.
10. Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos.
11. Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima Esposa, resucitada, y ser subida a los cielos por ángeles, y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro como Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.
12. Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y gloria feliz bienaventuranza en el Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.
¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis, de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante este tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.
(Levantado el corazón a lo alto, se le pedirá al Santo con amorosa instancia la gracia que se desea)
Con información de Aciprensa.
Deje su Comentario