Madrid (Lunes, 26-10-2009, Gaudium Press) El Secretario de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, destacó que la masiva movilización de españoles en la manifestación pro-vida del sábado 17 de octubre pasado fue una «expresión vigorosa» del «clamor popular en defensa de la vida».
Según Mons. Martínez «la marcha mostró que la sociedad española está viva en su percepción ética de los principios básicos de convivencia social». Del mismo modo, explicó que un proyecto de ley de aborto que «consagre como pretendido, supuesto, incomprensible derecho – por lo tanto derecho inexistente – el derecho a eliminar la vida de un ser humano, es un peligro para el sistema legal y para la convivencia apoyada en los principios realmente de derecho, no en principios de fuerza».
El secretario de la CEE recordó que «la verdadera igualdad entre seres humanos exige que todos seamos iguales en el derecho fundamental a vivir» y completó afirmando que «la dignidad intocable del ser humano incluya como uno de sus elementos fundamentales la intangibilidad de la vida, y esto vale para todos los seres humanos».
Él también manifestó su esperanza de que «en la discusión parlamentaria y la votación definitiva el proyecto de ley no sea aprobado», pues «supondría un retroceso grave en el amparo de la vida de los que van a nacer, además de un retroceso en el amparo de la maternidad, visto que no se arbitran medidas para facilitar a las mujeres con dificultades la posibilidad de llevar adelante su maternidad».
Declaración de la Conferencia Episcopal Española
En junio de este año la Conferencia Episcopal Española publicó una declaración de repudio a la ley del aborto en aquel país. En uno de los tópicos del documento los obispos afirman que «la decisión de abortar es optar por eliminar la vida de un hijo ya concebido y eso supera en mucho, las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre y sobre la elección de la maternidad. Es la decisión sobre un hijo indefenso, totalmente dependiente de quien lo lleva en su vientre. Es – según el Concilio Vaticano II – un crimen abominable, un acto intrínsecamente malo que viola gravemente la dignidad de un ser humano inocente, quitándole la vida».
El documento afirma también que las mujeres que se someten al aborto están pasivas de una serie de problemas físicos y psicológicos, y que en la mayoría de los casos no son informadas por los médicos sobre los daños futuros que ésta práctica puede provocar. «Las dolorosas secuelas del aborto se intensifican en las personas que todavía no alcanzaron la madurez personal.
Facilitar a las adolescentes la decisión de abortar dejando de lado a sus padres de esta decisión es proporcionar soledad y falta de defensa frente a un nocivo problema para su salud espiritual y su desarrollo humano. Este proyecto no manifiesta el interés real por el bien de las mujeres que están dispuestas a abortar y en particular las más jóvenes. Se limita apenas a tratar de despejarles el camino que lleva a un abismo moral después del aborto».
El anteproyecto prevé además que las escuelas deberían promover una estrategia de formación en salud sexual y reproductiva, principalmente en los programas de estudios relacionados con las ciencias de la salud. Sobre este aspecto, la declaración de la Conferencia Episcopal Española afirma que «este anteproyecto no puede ayudar en la formación de los jóvenes en este campo tan decisivo para su felicidad porque se mueve en el marco de una ideología contradictoria con la realidad del ser humano y con la dignidad de la persona, como es llamada la ideología de género».
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