Sacerdote religioso en EEUU recibe inspiración y busca a fieles en bote para invitarlos a la Eucaristía

Louisiana (Viernes, 29-03-2019, Gaudium Press) Un sacerdote procedente de Australia, quien sirve en Louisiana, Estados Unidos, encontró una manera novedosa de atraer feligreses a la Eucaristía en su comunidad, estrechamente relacionada con los canales y los bayou (brazos de río de caudal lento): Tomar una canoa y recorrer él mismo las aguas, haciendo sonar una campana y recordando a todos el llamado de Dios.

P. Antonio Maria Speedy durante uno de sus recorridos fluviales. Foto: parroquia de la Sagrada Familia en Dulac.

«Dulac, regresa a la Eucaristía», anuncia un visible cartel en la canoa, mientras el sonriente sacerdote saluda a los pescadores y afirma que lentamente los números de fieles en el templo han ido aumentando. «Hablamos acerca de la importancia de los bayous para la fe católica aquí», comentó el P. Antonio Maria Speedy a Dispatch. «Es una situación única. Todo estaba fundado en los bayous, así que hemos tratado de evangelizar empleándolos. Cuando el Obispo me pidió ir a Dulac, estábamos orando sobre cómo atraer personas a la Iglesia. Un amigo me prestó a canoa, así que decidí hacer el intento. Sabíamos que la gente lo amaría».

La idea fue confirmada durante la oración litúrgica en su comunidad religiosa, los Frailes Pobres. El P. Speedy había ojeado un libro de la historia de la parroquia en sus 50 años de existencia y había observado la foto de unas religiosas viajando en ferry, por lo que una primera inspiración de emplear el agua surgió en su interior. Pero no fue hasta la oración de Vísperas cuando resonó en su corazón la voz de Dios en el Salmo 29: «Voz de Yahveh sobre las aguas; el Dios de gloria truena, ¡es Yahveh, sobre las muchas aguas!». «Así que me di cuenta de que esto bien podría ser la voluntad de Dios», relató el sacerdote.

Los humildes medios como una canoa prestada son familiares para los Frailes Pobres, cuya vivencia estricta del voto de pobreza hace que no usen dinero y que dependan de la Providencia de Dios. Es frecuente que los fieles recojan en sus automóviles a los frailes que se desplazan a pie para agilizar su camino. La propia sede de la pequeña comunidad local es una casa de un piso que les fue rentada con el valor simbólico de un dólar al año. Los frailes mantienen un jardín, una pequeña capilla y panales de abejas con las que los religiosos elaboran miel.

Con información de Aleteia.