Ciudad del Vaticano (Lunes, 08-04-2019, Gaudium Press) En el cierre del «30º Curso sobre el Fuero Interno», organizado por la Penitenciaria Apostólica, concluido recientemente en el Palacio de la Cancillería, en el Vaticano, hubo una celebración penitencial presidida por el Papa Francisco en la Basílica Vaticana, que fue precedida por una Audiencia del Santo Padre propiciada a los participantes del Encuentro.
A propósito del Curso y de sus objetivos, Mons. Krzysztof Josef Nykiel, regente del Dicasterio, afirmó: «Queremos ayudar a los padres a ser buenos dispensadores de misericordia».
Entrevista
En una entrevista a «Vatican News», Mons. Krzysztof comentó inicialmente cual sería el significado del «30º Curso sobre el Fuero Interno»:
– «El curso sobre el fuero interno expresa el empeño profético de la Penitenciaria Apostólica en la formación de nuevos sacerdotes y de los seminaristas próximos a la ordenación.
Hoy más que nunca, de hecho, a los ministros de la misericordia es pedido una adecuada y actualizada preparación teológica, espiritual, pastoral y jurídica. Con esta iniciativa, queremos ayudar a los sacerdotes a ser «buenos dispensadores» de misericordia, ¡óptimos pedagogos que conduzcan a Cristo!»
Tópicos Abordados
Cuando fue interrogado sobre los tópicos abordados en el 30º Curso sobre el Fuero Interno, el regente del Dicasterio de la Penitenciaria Apostólica detalló:
«En el curso fue privilegiado un abordaje ‘concreto’, orientado a la correcta administración de la Reconciliación y a la solución de casos particularmente delicados que, en el Sacramento, el confesor puede encontrarse.
Son ilustradas además, todas las informaciones necesarias para escribir y enviar las preguntas o recursos a la Penitenciaria Apostólica, para las materias de su competencia.
Pero las lecciones no quieren comunicar simplemente nociones de teología y derecho, sino antes de todo ofrecer a los confesores orientaciones válidas para acompañar concretamente a los fieles con disponibilidad, solicitud y ternura paterna al encuentro con la misericordia de Dios.
Sería maravilloso si cada confesión fuese plenamente vivida como ‘una gracia extraordinaria, un milagro permanente de la ternura divina’, como el Papa recordó recientemente en su encuentro con el Clero de Roma».
Abrirse a la experiencia del amor de Dios
¿Existe un desafío pastoral que los confesores deban enfrentar hoy? A esta pregunta del Vatican News, la respuesta del Mons. Krzysztof fue de que sí existe un desafío. Pero su respuesta fue objetiva y deseosa de mostrar lo que, de hecho, anhela la Penitenciaria:
-«El gran desafío, hoy, ¡es ayudar a las personas a abrirse a la experiencia del amor de Dios!
Vivimos en un contexto que se intenta deshacer de Dios, en que el hombre lo percibe como antagonista de su felicidad y, por lo tanto, intenta librarse de él, con la ilusión de ser capaz de hacerlo, aun sin su ayuda.
Pero Dios no es competidor del hombre, ¡sino su mayor apoyo!
Y eso es experimentado toda vez que nos acercamos al Sacramento de la Reconciliación, cuando cada uno de nosotros siente ser amado incondicionalmente por Dios.»
Sacramento de la Penitencia y Santidad
La última pregunta bien que podría ser colocada en la lista de aquellas que Santo Tomás llama de «última en la acción y primera en la intención»: Hablemos sobre el papel del Sacramento de la Penitencia en el camino de la santidad…
A este pedido, Mons. Krzysztof Josef Nykiel afirmó:
-«Con la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, el Santo Padre recuerda a todos los fieles que la santidad es nuestra verdadera meta.
Leyendo atentamente el texto, se descubre que el Sacramento de la Penitencia es un instrumento muy válido para sustentar el camino de los creyentes para la santidad.
La confesión se puede tornar una ayuda para levantarnos toda vez que caímos; el antídoto contra los venenos del neo-gnosticismo y del neo-pelagianismo; una herramienta para aumentar la humildad y, al mismo tiempo, un canal de alegría para aquel hijo que experimenta el abrazo de ternura del Padre; puede ser también un lugar de verdad, que alimenta la memoria agradecida por la propia historia y del discernimiento cotidiano.
Redescubrimos, por lo tanto, la confianza en la misericordia de Dios, aproximándonos con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación, donde cualquiera que reconozca sus culpas con un corazón arrepentido, puede experimentar la ternura del amor del Padre.
Además, deseo recordar que la confesión sacramental es el camino de la santificación no solamente para el penitente, sino también para el confesor, que tiene la gracia de contemplar diariamente los milagros de las conversiones que Dios realiza.» (JSG)
Deje su Comentario