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Fariseísmo y rectitud

Redacción (Martes, 23-04-2019, Gaudium Press) Los mayores enemigos de Nuestro Señor fueron los fariseos. Así, es de fundamental importancia conocer su mentalidad, así como las tremendas increpaciones que el Divino Maestro hizo contra ellos.

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El demonio rompió con Dios y el orden del universo

Sobre todo después de la resurrección de Lázaro, las discusiones de Jesús con los fariseos se fueron tornando cada vez más tensas. Él los llamó de homicidas, ladrones, víboras, hipócritas y hasta incluso de hijos del diablo, conforme consigna San Juan Evangelista:

«Vuestro padre es el diablo, y queréis cumplir el deseo de vuestro padre» (Jn 8, 44).

Respecto a esa última increpación, explica Monseñor João Clá:

«El demonio, ente de naturaleza angélica, fue creado por Dios en la verdad. En esta él se conducía en su estado de prueba, que consistía en restituir al Creador el ser, los dones y las cualidades de Él recibidos, prestándole un justo culto de latría. Fue exactamente el camino que, a cierta altura, ese Ángel de luz resolvió abandonar por libre voluntad, penetrando en las tinieblas de la muerte, el pecado y la mentira.

«Fue él el primero en abrir el paso a la ruptura con el orden del universo y, sobre todo, con el propio Dios, liderando la oposición contra el Supremo Legislador. Se rebeló y rechazó la invitación a ser luz en Dios, para ser mentira en sí mismo; por pura presunción, quiso ser dios por sí mismo, dejando de serlo por participación; prefirió la adoración de su naturaleza sacada de la nada, para de este modo obtener el eterno desprecio de Dios.

«¡Ese es el diablo! Y los fariseos son sus hijos, según la voz infalible del Divino Maestro.» […]

La hipocresía

«Sería ingenuidad imaginar haber sido la envidia la causa del odio deicida de los fariseos contra nuestro Redentor. Bien podrá haber concurrido, como uno de los componentes de la furia demoledora, ese vicio capital, pero la disensión tuvo como base dos concepciones diferentes, y hasta excluyentes, de carácter religioso-político.» Prácticamente todo el capítulo 23 de San Mateo es dedicado a las increpaciones de Nuestro Señor contra los fariseos. Transcribimos algunas:

«‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Pagáis el diezmo de la menta, el eneldo y el comino y despreciáis los preceptos más importantes de la Ley: la justicia, la misericordia, la fidelidad! […] ¡Guías ciegos! ¡Filtráis un mosquito y tragáis un camello!’

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! ¡Sois como sepulcros caídos: por fuera parecen bellos, pero por dentro están llenos de huesos de cadáveres y de toda podredumbre!

«¡Serpientes! ¡Víboras que sois! ¿Cómo escapareis de la condenación al Infierno?» (Mt 23, 23-24. 27.33).

«¡La hipocresía es un defecto horrible – mucho más común de lo que pensamos! -, por lo cual hay una disociación entre los dichos y las actitudes de una persona y aquello que ella piensa o desea.

«El hipócrita se parece con el ‘padre de la mentira’ (Jn 8, 44), porque este es justamente el modo de ser del demonio: se presenta con palabras atrayentes, dando la impresión de querer hacer el bien, pero sus intenciones son pésimas.»

Ególatras que rechazaban a Dios

Los fariseos «arrancaron los auténticos preceptos morales y crearon una religión propia, diferente de la verdadera, totalmente desprovista de cuño religioso y separada de Dios, porque se apoyaba en dictámenes mundanos, determinados por la vida social de la época. ¡Divinizaron la ley humana; desacralizaron y humanizaron la Ley divina!».

«Por haberse constituido como centro de sus propias preocupaciones, por ser ególatras y, por tanto, por haber dado las espaldas a Dios, abusaban de los poderes espirituales, de ellos aprovechándose para atesorar bienes materiales.

«Ese rechazo a Dios, que es tan recriminado por Jesús, constituye uno de los grandes pecados de los fariseos: ‘Sé que no tenéis en vosotros el amor de Dios. Vine en nombre de mi Padre, pero no me recibís. Si viene otro en su propio nombre, habéis de recibirlo’ (Jo 5, 42-43).

«Y por no practicar el amor a Dios, tampoco lo practican en relación al prójimo.»

Los fariseos tenían una visión completamente deformada respecto al Mesías. Deseaban un Mesías político que liberase a los israelíes del yugo romano y les obtuviese la supremacía sobre todas las otras naciones.

Suma de todos los pecados

Juzgando que solo poseían cualidades, los fariseos se tornaron incapaces de admirar aquellos que les eran superiores. Querían matar -como después lo hicieron- al propio «Señor de los señores y Rey de los reyes» (Ap 17, 14).

Afirma el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira:

«Cuando sabemos increpar nuestros propios defectos, nos tornamos capaces de admirar. Porque, cuando vemos el mal que hay en nosotros, podemos admirar el bien que no hay en nosotros; así nosotros tenemos admiración sin envidia. […]

«Pero cuando una persona no tiene el coraje de mirar de frente a su propio defecto, ella no es capaz de admirar. Y el defecto por el cual no se mira bien la propia alma se llama falta de rectitud. La virtud por la cual nosotros nos vemos como somos, y admiramos quien no es como nosotros, se llama rectitud. […]

«De esta virtud de la rectitud nacen las familias de alma rectas, de las cuales surgen las grandes corrientes de rectitud dentro de la Historia; todo eso es un reflejo del Sapiencial e Inmaculado Corazón de María, yo diría, del Rectísimo Corazón de María.» Pero hubo también una inmensa corriente de fariseísmo que atravesó los siglos y, hoy, domina la humanidad.

Escribe Monseñor João Clá:

«El fariseísmo es un mal de todas las eras. El Divino Profeta discernió cuánto sería funesta la presencia actuante y dinámica del fermento farisaico junto a sus fieles bautizados.»

Jesús nos aconseja: «Guardaos con cuidado del fermento de los fariseos» (Mt 16, 6). Dijo esto dirigiéndose a los Apóstoles, pero sus divinas palabras se aplican a todos nosotros.

Los fariseos se destacaban por la soberbia, envidia, avaricia, pero estaban encharcados de todos los vicios. «En síntesis, el fariseísmo podría ser definido como la suma de todos los pecados, pues, así como la santidad es la verdad y contiene todas las virtudes, la mentira y el vacío farisaicos contienen todos los vicios, y a ellos conducen».

Pidamos a Nuestra Señora la gracia de tener el corazón contrito y humillado, viendo de frente nuestros defectos y admirando a las personas que son superiores a nosotros.

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 190)

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Bibliografía

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2013, v. II, p. 427-428.
Idem, op. cit. 2014, v. IV, p. 339.
Idem, op. cit. 2013, v. II, p. 429.
CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Um reto caminho para a santidade. In revista Dr. Plinio, São Paulo. Ano XV, n. 168 (março 2012), p. 14.
CLÁ DIAS, op. cit. 2013, v. II, p. 437.

 

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