sábado, 23 de noviembre de 2024
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Como agradecer a Dios cuando visita un alma por medio del ‘flash’

Redacción (Jueves, 09-05-2019, Gaudium Press) En notas anteriores, hemos abordado el tema del ‘flash’, vía espiritual explicitada por Plinio Corrêa de Oliveira, como una forma en que la Divina Providencia moldea el espíritu a través del Don de Sabiduría, dando a la persona una visión del universo de acuerdo a ‘los ojos de Dios’.

Como cuando alguien va entrando a una antigua iglesia que ya ha visitado, y de pronto siente que la iglesia se ilumina, que los colores son mucho más vivos, que tal vez las bóvedas son más altas, que todo el conjunto encierra un aire puro que eleva y que es sagrado. Y que yendo hacia la nave del lado de la epístola y viendo el crucifijo al que habitualmente le reza, ese día el Cristo parece que respirara, le comunica por demasía y con delectación esa feliz mezcla de sufrimiento sereno grandioso y humilde que el artista concibió. Y ese día no se quiere salir rápido de la Iglesia, se quiere permanecer en medio de esa atmósfera materna, que lo protege, que lo consuela, que lo llena de esperanza. El ‘flash’ de la antigua iglesia le mostró a la persona la maternalidad de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, reflejo de la maternidad divina.

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Catedral de Santa Catalina de Alejandría, Cartagena de Indias

Foto: Jesse Arce

Pero el flash llega, encanta… y luego pasa. Y al día siguiente, o tal vez una semana después volvemos a la iglesia del flash y ya no tenemos esa sensación de historia de cuento de hadas de días atrás. Prueba ello de que no era solo la iglesia, sino una especial visita del Espíritu Santo a través del flash. Pero entonces… ¿habría muerto el flash, ese que no sólo nos encantaba, sino que también nos animaba al combate diario, a la virtud?

No. Y esa es la importante enseñanza del Dr. Plinio, que queremos resaltar hoy.

El flash pasó, pero las brasas aún quedan. Fue por eso que volvimos a la iglesia.

Recordar el flash, lo que es cultivarlo, no es solo recordar las agradables sensaciones vividas en esos momentos, sino redescubrir el ‘mensaje’ que traía el flash, que siempre muestra de forma animante aspectos de la Verdad, Bondad y Belleza de Dios, haciendo que el flash no solo sea un «catecismo místico» profundo, sino un gran incentivo para escalar la cima de la virtud. Recordar el flash es revivir todo ello. Primero.

Y segundo: el flash es también una visión de un mundo maravilloso, de un mundo celestial, y por tanto es una ‘visión’ un tanto profética, en el sentido de que nos está mostrando aspectos de lo que podría ser nuestra gloria futura en el cielo empíreo, donde todo es maravilloso, perfecto, sublime, celestial.

Cuando estábamos bajo el influjo del flash, la iglesia cobraba una vida «celestial», era como si la iglesia se transformase y se convirtiese en la princesa perfecta que estaba en germen en ella, como si la iglesia hubiese desarrollado toda la potencialidad que ella podría dar. Era en el fondo Dios, que a partir de un bello ser creado nos revelaba aspectos de su esencia divina. Y Dios, que es generoso con su gracia, y quiere que lo conozcamos también a partir de la contemplación del Orden del Universo, envía flashes a propósito de las más variadas realidades creadas.

Entonces, resumiendo: el flash es una especie de visita de Dios, que como toda gracia, favorece la virtud. Es una alta gracia de orden místico, pues pone en funcionamiento dones del Espíritu Santo. Pero pasa. Y aunque pasa, no muerte por entero, sino que revive de alguna manera en el recuerdo, haciendo que esa percepción que se tuvo en el flash se vaya haciendo permanente en el alma. Y como recordar esta visita es una forma de agradecerla a Dios, eso moverá a Dios a darnos otros y otros flashes.

Por Saúl Castiblanco

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