Ciudad del Vaticano (Lunes, 13-05-2219, Gaudium Press) En la Misa matutina que el Papa Francisco celebró en la Capilla de la Casa Santa Marta, el viernes 10 de mayo comentó la lectura del día que es sacada de los Hechos de los Apóstoles y narra la conversión de San Pablo.
Para Francisco, la conversión de Saulo de Tarso en el camino de Damasco es «un cambio de página en la historia de la Salvación», es «la puerta abierta sobre la universalidad de la Iglesia».
La figura de San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, continua en los comentarios del Papa: ciego, permanece en Damasco por tres días sin comida ni agua, hasta que Ananías, enviado por el Señor, le restituyó la visión, dándole la posibilidad de iniciar el camino de conversión y predicación «repleto del Espíritu Santo».
De Saulo, para Pablo
Francisco describe a San Pablo como un «hombre fuerte» y «apasionado por la pureza de la ley», pero era «honesto» e, incluso con un «carácter difícil», era «coherente»:
«Antes que todo, era coherente porque era un hombre abierto a Dios. Si él perseguía a los cristianos era porque estaba convencido de que Dios quería esto. ¿Pero cómo es posible? Estaba convencido de esto. Es el celo que tenía por la pureza de la casa de Dios, por la gloria de Dios. Un corazón abierto a la voz del Señor. Y arriesgaba, arriesgaba, iba adelante. Y otra característica de su comportamiento es que era un hombre dócil, tenía la docilidad, no era caprichoso.»
De caprichoso a dócil y abierto a la voz de Dios
Pablo tenía el temperamento caprichoso, pero su alma no. Él era «abierto a las sugerencias de Dios», dijo el Papa:
«Todas aquellas convicciones que tenía, quedan calladas, esperan la voz del Señor: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’.
Y él se encamina y va al encuentro en Damasco, al encuentro de aquel otro hombre dócil y se deja catequizar como un niño. Se deja bautizar como un niño.
¿Y después retoma las fuerzas y qué hace? Se queda quieto. Va para Arabia a rezar, cuánto tiempo no sabemos, tal vez años, no sabemos.
La docilidad. Apertura a la voz de Dios y docilidad.
Es un ejemplo de nuestra vida y me pongo feliz en hablar de esto hoy.»
Docilidad de las hermanas de Cottolengo
El Papa evidenció dos características de religiosos y consagrados, dirigiéndose en especial a un grupo de hermanas de Cottolengo presentes en la misa por ocasión de los 50 años de su vida religiosa.
En el espíritu de San José Benedito Cottolengo, las religiosas acogen en todo el mundo portadores de deficiencias físicas y psíquicas. Ellas pasan la vida «allí, entre los descartados». Sin esta perseverancia y docilidad, afirma el Papa, no podrían hacer lo que hacen:
«Perseverar. Esta es una señal de la Iglesia. Me gustaría agradecer hoy, a través de ustedes, a tantos hombres y mujeres, corajudos, que arriesgan la vida, que van adelante, que buscan inclusive nuevas estradas en la vida de la Iglesia. Buscan nuevas estradas del Señor.»
Continuó Francisco: «Ir adelante: adelante en la profundidad de la oración, en la profundidad de la docilidad, del corazón abierto a la voz de Dios. Y así se hacen los verdaderos cambios en la Iglesia, con personas que saben luchar en lo pequeño y lo grande.»
Carisma de lo Pequeño y lo Grande
El «cristiano», concluyó Francisco, debe tener «este carisma de lo pequeño y lo grande» y la oración dirigida a San Pablo al final de la homilía es justamente el pedido de la «gracia de la docilidad a la voz del Señor y el corazón abierto al Señor; la gracia de no asustarnos de hacer grandes cosas, de ir adelante, con la condición de que tengamos la delicadeza de cuidar de las pequeñas cosas», finalizó. (JSG)
De la Redacción Gaudium Press, con informaciones Vatican News.
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