sábado, 23 de noviembre de 2024
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La Paz nace del Perdón de Jesús en la Cruz, afirma Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 16-05-2019, Gaudium Press) En la Audiencia General de este miércoles el Papa Francisco dio continuidad a su ciclo de catequesis sobre la oración del Padre Nuestro. El Papa reflexionó para los millares de fieles presentes en la Plaza San Pedro sobre la expresión: «¡Libradnos del mal!»

«Del perdón de Jesús en la Cruz brota la paz, la verdadera paz viene de allá (…). El Señor nos da la paz, nos da el perdón, pero nosotros debemos pedir «libradnos del mal», para no caer en el mal. Esta es nuestra esperanza», dijo Francisco.

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La presencia amenazadora del mal

«¡Libradnos del mal», para no caer en el mal. El Papa explicó que «Con esta expresión aquel que reza no solamente pide para no ser abandonado en el tiempo de la tentación, sino también suplica para ser liberado del mal.

El verbo griego original es muy fuerte: evoca la presencia del maligno que nos rodea y quiere devorarnos (cf 1 Pe 5, 8) y del cual pedimos a Dios la liberación».

Súplica para cuando esté en el límite…

Francisco observó que Jesús, de hecho, enseña a colocar la invocación del Padre antes que nada, hasta incluso y especialmente en las veces en que el maligno hace sentir su presencia amenazadora.

Y esto porque la oración cristiana es una oración filial y no una oración infantil (…). Si no existiesen las últimas palabras del «Padre Nuestro», -pregunta el Papa- «¿cómo los pecadores, los perseguidos, los desesperados, los moribundos podrían rezar?»

La última súplica es justamente nuestra súplica cuando estemos en el límite:

«Hay un mal en nuestra vida, que es una presencia indiscutible. Los libros de historia son el desolador catálogo de cuánto nuestra existencia en este mundo ha sido una aventura muchas veces fracasada. Hay un mal misterioso, que ciertamente no es obra de Dios – sí, no es obra de Dios -, pero penetra silencioso entre las páginas de la historia.

Silencioso como la serpiente que carga el veneno silenciosamente», explicó Francisco, para, en seguida, enfatizar:

«En algunos momentos parece hasta incluso asumir el control: en ciertos días, su presencia parece hasta inclusive más nítida que aquella de la misericordia de Dios. En los momentos de desespero es más nítida»:

«La persona que reza no es ciega, y ve con claridad delante de sus ojos ese mal que está tan presente y tan en contradicción con el misterio propio de Dios. No hay nadie entre nosotros que pueda decir estar exento del mal, o de no ser al menos tentado. Todos nosotros sabemos lo que es el mal, todos nosotros sabemos lo que es la tentación, todos nosotros experimentamos en la propia carne la tentación, de cualquier pecado. Pero el tentador que nos sugiere – hace esto, piensa esto, ve por aquel camino – nos lleva al mal.»

Padre Nuestro y Pasión de Cristo

Para Francisco, en la narrativa de la Pasión, algunas expresiones del «Padre Nuestro» encuentran su eco más impresionante:

«¡Abbà! ¡Padre! Todo es posible para ti. ¡Aleja de mí este cáliz! Con todo no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieres»:

«Jesús experimentó plenamente la herida del mal. No solamente la muerte, sino la muerte en la Cruz. No solamente la soledad, sino también el desprecio, la humillación. No solamente la aversión, sino también crueldad, la hostilidad contra él. Es lo que es el hombre: un ser devoto a la vida, que sueña el amor y el bien, pero que después continuamente se expone a sí mismo y a sus semejantes al mal, al punto de ser tentados, a desesperarnos con el hombre».

El Papa explicó que, en este sentido, el «Padre Nuestro» se asemeja a una sinfonía que pide para ser cumplida en cada uno de nosotros.

El cristiano sabe cuán subyugador es el poder del mal y, al mismo tiempo, experimenta cuánto Jesús, que nunca sucumbió a sus lisonjas, está de nuestro lado y viene en nuestro auxilio.

Esperanza: del perdón de Jesús en la Cruz nace la paz

El Papa Francisco comenta que «La oración de Jesús nos deja la más preciosa de las herencias: la presencia del Hijo de Dios que nos liberó del mal, luchando para convertirlo. A la hora del combate final, intima a Pedro para envainar la espada, al ladrón arrepentido asegura el Paraíso, a todos los hombres a su alrededor, inconscientes de la tragedia que estaba ocurriendo, ofrece una palabra de paz:»Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»

«Del perdón de Jesús en la Cruz brota la paz, la verdadera paz viene de allá: el don del Resucitado es la paz, un don que nos da Jesús (…). El Señor nos da la paz, nos da el perdón, pero nosotros debemos pedir ‘libradnos del mal’, para no caer en el mal.

Esta es nuestra esperanza, la fuerza que nos da Jesús, Jesús resucitado, que está aquí, en medio de nosotros, está aquí. Está aquí, y aquella fuerza que nos da para seguir adelante y nos promete liberarnos del mal», concluye el Papa. (JSG)

De la Redacción Gaudium Press, con informaciones Vatican News.

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