Beijing (Viernes, 24-05-2019, Gaudium Press) Con motivo de los 30 años de las protestas de la plaza de Tiananmen en China, expertos denunciaron que la opresión de las autoridades comunistas continúan, con un especial acento en contra de las creencias religiosas. Una de las herramientas más novedosas es una aplicación de teléfonos móviles que mide la fidelidad al partido comunista y es empleado por funcionarios como herramienta de presión.
Un sistema de calificación social permite castigar a las personas que practican la religión en China. |
La polémica aplicación recibe el nombre de Study the Great Nation (Estudia la Gran Nación), la cual premia con un sistema de puntos el conocimiento sobre teoría socialista y las últimas noticias sobre el Presidente Xi Jinping. La aplicación es promovida como expresión de patriotismo, pero ha sido criticada como una forma de culto a los gobernantes y un medio de control ideológico a los ciudadanos.
Mientras avanzan estas nuevas formas de adoctrinamiento, experimentos de otro tipo de control avanzan en las regiones. Lugares de culto cristianos han sido equipados con sistemas de circuito cerrado de televisión 24 horas que pueden incorporar los sistemas de reconocimiento facial ya empleados para vigilar a la etnia Uyghur. Steven Mosher, experto en China consultado por CNA, expresó su preocupación por el impacto que un sistema de esta naturaleza tendría sobre la vida de los creyentes. «Ser un creyente es un gran impacto para su puntaje de crédito social», expuso el analista. «Si su crédito social es demasiado bajo, entonces usted no puede obtener no pasaporte, no recibe una visa de salida, no puede comprar un boleto de avión».
Los creyentes enfrentan las presiones de un sistema de contratos de responsabilidad laboral. «Lo que ese contrato dice es que usted debe aplicar las nuevas restricciones sobre el comportamiento religioso», explicó Mosher. «Usted no puede permitir que niños menores de 18 años asistan a servicios religiosos. Usted no puede permitir ninguna reunión religiosa no autorizada. Si se realiza, usted puede hallar a los presentes y arrestar a los líderes». Las amenazas no son sólo para las comunidades no autorizadas, sino que las acciones gubernamentales como demoliciones de templos han afectado a las comunidades oficialmente reconocidas.
«El único tipo de presión a la que responde la República Popular de China es la presión externa», indicó el experto, por lo cual alertó que hacer oposición al régimen es una vocación peligrosa. «Ellos manejan la presión interna instalando campos de reeducación y llenándolos con disidentes». La frase del analista dista de ser una caricatura. En el momento actual se calcula que un número de ciudadanos entre los 800 mil y los dos millones, se encuentran detenidos en este tipo de campos.
El experto, sin embargo, expresó que esta situación podría ser temporal, ya que el crecimiento de la fe en el país ha logrado que el número de creyentes supere el de miembros del partido comunista. «La batalla continúa, no sólo en lo natural, sino en lo sobrenatural, todo el tiempo», concluyó Mosher. «No hace mal hacer más oración, y ellos ciertamente necesitan nuestras oraciones».
Con información de Catholic World Report.
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