Ohio (Lunes, 27-05-2019, Gaudium Press) Un nuevo sacerdote es uno de los tesoros más valiosos de la Iglesia y, para una parroquia, uno de los más escasos. Pero una parroquia en Ohio, Estados Unidos, la de Santa María en Hudson, ha logrado fomentar las vocaciones de manera tal que en los últimos siete años ha conseguido ordenar un sacerdote por año. La agencia de prensa CNA buscó a varios de estos sacerdotes en búsqueda del secreto de este éxito.
Los siete sacerdotes consecutivos de Santa María en Hudson, Ohio, Estados Unidos. Foto: St Marys Catholic Church Life Teen |
El primer paso fue la ordenación del P. Stephen Flynn en 2008, quien no hace parte de los siete continuos, pero fue la punta de lanza que abrió las puertas a una generación de presbíteros. «Una vez que la esfera comenzó a rodar, era fácil llamar a este hombre y decir: ‘¿Qué tal es eso?’, o si estaba en casa por el verano podías verlo (…). Él es normal, qué bien, yo puedo ser normal y hacer eso», recordó el P. Ryan Mann, ordenado en 2014, el segundo de los siete.
La riqueza de contar con un joven en el Seminario fue inteligentemente aprovechado en la parroquia, haciendo que los miembros del grupo de jóvenes pudieran compartir todo el tiempo posible con él cuando tenía recesos en el Seminario. «Usted tiene un seminarista y lo hace lo más visible que pueda para desmitificar lo que significa ser un seminarista», expuso el P. Patrick Schultz. «Esto es cómo se crea una cultura de vocaciones. Ayuda para ver que existe algo como el discernimiento sacerdotal, que cuando te vinculas al Seminario no te estás inscribiendo para ser un sacerdote, estás haciendo un discernimiento».
La influencia de los seminaristas tuvo el efecto de replicarse en los jóvenes. «El Seminario no era un lugar desconocido con hombres desconocidos estudiando para el sacerdocio. Yo sabía que si ingresaba en el Seminario, ya conocería a varios de los seminaristas», comentó el P. Rich Samide, ordenado en 2016. «Ellos eran reales para mí, y esto hizo que la idea de ir al Seminario fuera real. Yo los conocía como hombres con intereses normales y personalidades diversas».
La labor de promoción de las vocaciones contó con el impulso del P. Damian Ference, el vicario parroquial de Santa María durante varios años. «Él fue mentor de muchos de nosotros que considerábamos la opción del sacerdocio o la vida religiosa y, especialmente, para los jóvenes que consideraban el sacerdocio dio un ejemplo vivo de cómo el sacerdocio nos podría estar buscando. Nunca había tenido la oportunidad de conocer un sacerdote personalmente antes de él, y eso ayudó mucho a mi discernimiento», recordó el P. Samide.
Los sacerdotes destacaron la importancia de contar con un grupo de jóvenes comprometido en ir más allá de las obligaciones y anvazar en ser discípulos de Cristo. Pero las vocaciones no se despertaron espontáneamente. Siempre hubo un contacto personal, una invitación, una motivación a considerar la opción del sacerdocio, de la misma manera como Jesús llamó a sus Apóstoles por su nombre. «Los miembros de la parroquia no tenían miedo de acercarse a mí o a otros jóvenes y preguntarnos si habíamos considerado la opción del sacerdocio», indicó el P. Mann. «Esa contundencia fue invaluable para mí».
Con información de Catholic World Report.
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