Redacción (Martes, 04-06-2019, Gaudium Press) «El Gran Desconocido». El título de la obra de popularización de la teología del Espíritu Santo, del recordado dominico P. Antonio Royo Marín, no puede ser más justo: La realidad del Espíritu Santo y sus dones son grandemente desconocidos en el mundo cristiano.
Entretanto, -y a pocos días de que la Iglesia universal celebre Pentecostés- bien es cierto que un conocimiento profundo y amoroso de la tercera persona de la Santísima Trinidad, es necesario para que sus dones se expandan sobre los hombres y se renueve la faz de la Tierra. Pues «la dependencia de la vida sobrenatural de la divina virtud del Paráclito [Espíritu Santo] es un principio fundamental y eminentemente dinámico del cristianismo. Este principio, o mejor, la orientación práctica que de él se deriva, constituye el punto de partida de todo progreso espiritual, de la ascensión progresiva desde la común y simple vida cristiana hasta las formas más elevadas y sublimes de la santidad» 1.
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Procede el Espíritu Santo de una sublime espiración de amor entre el Padre y el Hijo. No entraremos en la cuestión teológica -maravillosa por cierto- de las procesiones divinas, sino que destacamos que se atribuye más a la tercera persona de la Santísima Trinidad el amor: Dios-Amor es el Espíritu Santo. Y como Amor que es, quiere dársenos, quiere hacernos el bien:
Antes de subir al cielo prometió Jesús a sus discípulos que rogaría al Padre para que les diera el Espíritu Santo, e hizo de ese don del Espíritu a nuestras almas objeto de una súplica especial: ‘Rogaré al Padre y os dará otro Consolador, el Espíritu de verdad’ (Jn 14, 16-17). Y ya sabéis cómo fue atendida la petición de Jesús, con qué abundancia se dio el Espíritu Santo a los apóstoles el día de Pentecostés. De ese día data, por decirlo así, la toma de posesión por parte del Espíritu divino de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo; y podemos añadir que, si Cristo es el Jefe y la Cabeza de la Iglesia, el Espíritu Santo es el alma de ese Cuerpo. Él es quien guía e inspira a la iglesia, guardándola, como se lo prometiera Jesús, en la verdad de Cristo y en la luz que Él nos trajo: ‘Os enseñará toda verdad y os recordará todo lo que os he enseñado’ (Jn 14, 26). 2
Entretanto, una lección importantísima ya podemos sacar del texto anterior: El Espíritu Santo vino en profusión a ruegos de Jesús. Es decir, unidos con Cristo, debemos pedir, pedir y pedir que el Espíritu Santo nos asista con sus dones, su acción y su Ser. Pedid y se os dará, dice el Señor.
Los dones del Espíritu Santo son inconmensurables, como es incomensurable Dios. Entretanto, la tradición cristiana basada en un texto de Isaías, los ha agrupado en siete:
Y brotará una vara del tronco de Jesé, / y retoñará de sus raíces un vástago, / sobre el que reposará el espíritu de Yahvé: / espíritu de sabiduría y de inteligencia, / espíritu de consejo y de fortaleza, / espíritu de entendimiento y de temor de Yahvé. / Y pronunciará sus decretos en el temor de Yahvé. (Is 2, 1-3)
«Este texto es claramente mesiánico, propiamente de sólo el Mesías habla. Pero, no obstante, los Santos Padres y la misma Iglesia lo extienden también a los fieles de Cristo en virtud del principio universal de la economía de la gracia que enuncia San Pablo cuando dice: ‘Porque a los que de antes conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos’ (Rom. 8, 29)», expresa el Padre Royo Marín.
Entonces son siete los dones que el Espíritu Santo otorga al alma en gracia: sabiduría, inteligencia, espíritu de consejo, fortaleza, entendimiento, temor y piedad. El de piedad también está en el texto de Isaías, pues la palabra temor en el original también admite la traducción de piedad.
(Mañana: Necesidad de los dones del Espíritu Santo – Explicación de los dones)
Por Carlos Castro
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1 P. Antonio Royo Marín O. P. El Gran Desconocido – El Espíritu Santo y sus dones. BAC. 8va. Ed. Madrid. 1998. p. 11
2. Dom Columba Marmión. Jesucristo, vida del alma, 6, 3 in P. Antonio Royo Marín O. P. El Gran Desconocido – El Espíritu Santo y sus dones. BAC. 8va. Ed. Madrid. 1998. p. 52
3 P. Antonio Royo Marín O. P. Teología de la Perfección Cristiana. 7ma. Edición (Reimpresión) BAC. Madrid. 1994. p. 147
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