Washington (Lunes, 10-06-2019, Gaudium Press) El sacerdote estadounidense y célebre converso del anglicanismo P. Dwight Longenecker, dedicó una columna en el diario National Catholic Register para exaltar la presencia de Santísima Virgen María junto a los Apóstoles en Pentecostés. Esta parte de la historia es frecuentemente omitida por los cristianos no católicos y tiene para el sacerdote un significado muy importante para los creyentes: » La historia de Pentecostés revela la profunda verdad de que no se puede tener a la Iglesia apostólica sin María en el centro de la misma».
LA Santísima Virgen María ocupa un lugar central en Pentecostés y en la vida de la Iglesia. Foto: Gaudium Press |
El presbítero comenzó su exposición lamentado la falta de atención de los cristianos no católicos hacia el relato de Pentecostés y otros pasajes en los que se evidencia la participación de la Madre de Dios en la historia de la salvación. «María es la Madre de Jesucristo y la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. El primer ‘sí’ de María al Espíritu Santo allanó el camino para nuestro ‘sí’ al Espíritu Santo», explicó el P. Longenecker. «Debido a que ella fue eclipsada y llena con el Espíritu Santo y dio a luz al Hijo de Dios, nosotros también podemos ser eclipsados ??y llenos con el Espíritu Santo y llevar al Hijo de Dios al mundo».
«María como Esposa del Espíritu Santo es la precursora de la relación nupcial entre Cristo y su Iglesia, como lo enseña San Pablo en Efesios 5», agregó. «Cristo es el novio. Nosotros somos la novia. De manera similar, el Espíritu Santo fue el esposo y María la novia en la relación conyugal que dio a luz al Hijo de Dios en el mundo». Esta relación esponsal es verdadera para los creyentes individuales y para la Iglesia en conjunto. » Tener a la mujer, María, en el corazón de este misterio refuerza y ??fortalece las imágenes nupciales de la Iglesia como la novia de Cristo».
Sobre esta relación de Cristo con la Iglesia, el sacerdote expuso que también debe ser fértil como las uniones conyugales, por lo que los creyentes reciben el mandato de evangelizar y conquistar almas para Dios, que nacen para la vida eterna. «La presencia de María también nos recuerda que, si bien la Iglesia es madre, también es virgen. San Pablo también dice en Efesios 5 que la Iglesia se presentará al novio como ‘gloriosa, sin mancha ni arruga'», indicó el sacerdote. «María Inmaculada revela la Iglesia Inmaculada».
«Finalmente, esta boda se completa y se consuma en el cielo. Allí, San Juan nos dice que todo el amor se completa en la cena de las bodas del Cordero», concluyó el P. Longenecker. «Esta unión nupcial es impulsada, animada y habilitada por el don del Espíritu Santo. Sólo el fuego del amor del Espíritu Santo permite que esta unión entre Cristo y su Iglesia se cumpla y produzca el rico fruto que él ordena».
Con información de National Catholic Register.
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