Redacción (Miércoles, 12-06-2019, Gaudium Press) Publicamos para nuestros lectores comentarios poco conocidos de tres títulos dados al Sagrado Corazón de Jesús a quien la Iglesia dedica el mes de junio.
Son apenas tres comentarios que tal vez usted todavía no conozca:
Corazón de Jesús, de majestad infinita
Es una lindísima invocación. Corazón de Jesús, de majestad infinita: ¡un Cielo de majestad!
Según la luminosa enseñanza de San Agustín, donde está la majestad, allí se encuentra también la humildad.
Las dos son inseparables. De ahí concluimos que el Corazón de Jesús, abismo de humildad, es por eso mismo un firmamento de majestad.
Si dones artísticos yo tuviese, mucho me alegraría representar la figura de Nuestro Señor, expresando no apenas su majestad o solamente su humildad, sino retratarlo en una de esas presentaciones en que se ve, en un solo relance, aquello que la majestad tiene en común con la humildad, o viceversa, y que es aquella esfera superior de virtud donde esas dos excelencias particulares como que se encuentran y se funden.
Algo de esa ligación de la suma majestad con la suma humildad me parece existir en una imagen en la cual no está visible el Sagrado Corazón, pero no por eso deja de ser muy expresiva en ese sentido: se trata del Beau Dieu d’Amiens.
Allí lo vemos como un rey dignísimo, un doctor nobilísimo, pero al mismo tiempo tan sereno, tan manso, tan señor de sí, que se percibe que Él sería capaz de recibir la peor injuria y de conservarse enteramente quieto, pacífico, sin ninguna reacción de amor propio, desde que fuese esa la actitud más santa en el momento.
Corazón de Jesús, hornalla ardiente de caridad
Otra invocación: Corazón de Jesús, hornalla ardiente de caridad. ¡Jesús es el foco de todo el amor de Dios!
La Caridad es el amor de Dios.
El hecho del Corazón de Jesús de ser esa hornalla ardiente, o sea, no solo una hornalla, que de sí ya trae la idea del ardor, sino una hornalla ardientísima expresa bien la idea de que Él es el foco de todo el amor de Dios.
Expresa también que la devoción al Corazón de Jesús, por intermedio del Corazón Inmaculado de María, es específicamente espléndida para quien se lamenta de ser tibio, de estar arrastrándose de manera vagarosa en la vida espiritual.
Es la devoción más indicada y más excelente, capaz de comunicar el fuego y el fervor de la caridad a esas almas que deploran su estagnación en las vías de la piedad.
Corazón de Jesús, paciente y misericordioso
Parece muy importante, para nuestra época, la invocación con la cual alabamos al Corazón de Jesús, paciente y misericordioso. ¡Él es el Modelo de verdadera paciencia!
Paciente significa aquel que sufre.
Por tanto, el Corazón de Jesús es sufridor y misericordioso, listo a padecer hasta incluso las injurias que le hacen los hombres.
Es el Corazón de Él como amando el sufrimiento, comprendiendo que es la gran ley de la vida y que, sin eso, la existencia no vale absolutamente nada. Pues, en último análisis, consideradas las cosas con cierto ángulo, el valor de una criatura humana se mide por su capacidad de aceptar con coraje y resignación los dolores que la Providencia permite en su camino.
Y entonces tenemos el Corazón de Jesús como nuestro modelo de paciencia.
Y una de las formas importantes de ser pacientes, en ese sentido superior de la palabra, dice respecto a la actitud que tomamos en relación a nuestros prójimos.
Quiere decir, saber aturar los desaforos y pruebas, ser amables y bondadosos para con aquellos que nos hacen sufrir por su mal genio, por las dificultades de trato, etc.
Para eso, es necesario pedir al Sagrado Corazón de Jesús esa paciencia de la que Él es la fuente.
Además de esa forma preciosa de paciencia, una de las expresiones más típicas de la capacidad de sufrir es el espíritu de iniciativa, por el cual el hombre vence la pereza, la debilidad, el aburrimiento, el amor a sí mismo y se lanza al trabajo, a la lucha apostólica, y se juega hasta lo más groso y ardoroso de esa lucha.
Es la mejor forma de paciencia que debemos rogar al Corazón de Jesús, es ese espíritu de iniciativa y combatividad, en virtud del cual renunciamos a todos nuestros relajamientos.
Paciente y misericordioso: Es la misericordia como corolario de la paciencia, dispuesta a todo aturar y todo perdonar.
Sí, convenzámonos de esa maravillosa verdad: el Sagrado Corazón de Jesús nos perdona una vez, dos veces, dos mil veces, y no quiere que desanimemos de su perdón.
Así, esta es la magnífica invocación que nos exhorta a nunca perder la confianza en la clemencia de Nuestro Señor, por la intercesión del Corazón Inmaculado de María: Corazón de Jesús, paciente y misericordioso.
Paciente con mis defectos, con mis pecados; misericordioso en relación a mis vacíos.
Por los ruegos del Corazón de vuestra Madre Santísima, tened pena de mí, oh Señor.
(Fuente: «Revista Dr. Plinio»)
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