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El retorno de los brujos

Redacción (Domingo, 16-06-2019, Gaudium Press) Aquellas generaciones de tiempos lejanos -lejanísimos para la juventud de hoy inmersa en sus procesadores, WhatsApp, internet, video-juegos y el chat- miraban de cuando en cuando al cielo inmenso azul obscuro despejado de las noches de verano, tachonado de estrellas brillantes, pensando en otros planetas habitados por seres diferentes a los hombres, quizá más inteligentes, más evolucionados aunque curiosamente casi siempre más feos. Eran los efectos de un libro que superó el record de ventas de ese entonces en el mundo, se tradujo a varios idiomas y generó controversias, elogios y debates especialmente entre académicos: El retorno de los Brujos, lanzado en Francia hacia 1960.

Fue una explosión repentina que esparció por el mundo como que un gas al principio visible y de olor intenso que poco a poco se fue diluyendo casi hasta desaparecer, dejando en el aire apenas un leve efluvio imperceptible pero que ya había hecho su efecto en lo más profundo de muchas mentalidades, como ciertos gases entorpecedores. Eran los años sesenta, antes de que estallara la Revolución de la Sorbona en París. Fueron los años de la guerra en Vietnam, la revista LIFE, los Beatles, Kennedy, acontecimientos aparentemente aislados unos de otros pero que tenían como fondo de cuadro una juventud rebelde y la libertad sexual. ¡El mundo estaba cambiando! ¡Pero no se decía si para bien o para mal! … y quienes han debido aclararlo, prefirieron relativizar el fenómeno del que hoy estamos viviendo las consecuencias.

Los autores eran ya muy conocidos en el mundo literario (1) y tras el estruendoso éxito del libro, resolvieron fundar la revista PLANETA que seguiría desarrollando los curiosos temas que atrajeron tanto la atención, no solo de jóvenes sino de adultos e incluso adultos mayores: esoterismo, ovnis, parapsicología, culturas perdidas, etc. No se puede negar que todo esto despertaba al menos curiosidad en un mundo invadido de psicoanálisis y adolescentes aburridos buscando nuevas experiencias en la vida.

Hoy son cientos de películas, comics, novelas y ensayos los que invaden los estantes de muchas librerías y bibliotecas con el tema. ET fue de un impacto y conmovedor. ALIEN de pánico y terror. Unas juegan a los buenos y otras a los malos. DEPREDATOR desconcierta. STAR WARS llena de ilusiones. Y la avalancha crece a medida que rueda colina abajo arrastrando cada vez más sueños y ansiedad de una generación que hoy día cree a pie juntillas y sin vacilar que hay vida extraterrestre.

Para los autores del libro no cabía la menor duda. Estaban seguros de lo que decían y su teoría siempre la sustentaron en una afirmación que no se puede refutar tan fácilmente: detrás del velo de realidades que nos rodean, hay otras que no percibimos a simple vista. Para ellos las pirámides de Egipto, la desaparecida cultura Maya, las leyendas de la Atlántida, las cuevas del Tíbet y otras cosas más, están marcados por fenómenos más allá de lo natural.

Cuando la humanidad creía ya superadas las supersticiones y creencias absurdas cargadas de esoterismo; después que el racionalismo liberal comparara infamemente la liturgia, el ceremonial y la religiosidad cristiana con rituales primitivos; en el mismo país donde se había declarado el triunfo absoluto de la razón sobre la fe algo más de ciento cincuenta años atrás, el misterioso libro tuvo una acogida simplemente inesperada. Y desde allá hasta nuestros días, la atracción por esos fenómenos es cada vez más poderosa en las jóvenes mentes de casi todo el mundo, pero más particularmente del mundo occidental que podríamos llamar dolorosamente ex-cristiano:

-«Omnes dii gentium daemonia» (*), dice la Escritura. En esta perspectiva (…) en que la magia es presentada como forma de conocimiento, ¿hasta qué punto es dado a un católico divisar las fulguraciones engañosas, el cántico al mismo tiempo siniestro y atrayente, emoliente y delirante, ateo y fetichistamente crédulo con el que, desde el fondo de los abismos en que yace eternamente, el príncipe de las tinieblas atrae a los hombres que negaron a la Iglesia de Cristo? Es una pregunta sobre la cual pueden y deben discutir los teólogos. Digo los teólogos verdaderos, o sea los pocos que aún creen en la existencia del demonio y del infierno. Especialmente los pocos, entre esos pocos, que tienen el coraje de enfrentar escarnios y persecuciones publicitarias, y de hablar.- (2)

Por Antonio Borda

(1) Jacques Bergier y Louis Pauwels
(*) «Todos los dioses de los gentiles son demonios», Sal 95, 5.
(2) PLINIO CORREA DE OLIVEIRA, «Revolución y Contra-Revolución», III, Cap.III, 2 A.

 

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