Asunción (Viernes, 30-10-2009, Gaudium Press) El inspector de los salesianos en Paraguay, P. Walter Jara, desarrolló una homilía con motivo de la visita de reliquias de Don Bosco al país, donde se expresó como si Don Bosco estuviera hablando a su arribo a la nación paraguaya. Dijo, por ejemplo, que el santo, después de recorrer las calles de Asunción, barrios, pueblos y ciudades, caminos de tierra roja, ríos, el Chaco, afirmaría lo siguiente:
«Son muchos hoy los chicos que se sienten incomprendidos y que piden ayuda. Para continuar mi obra tienen que tener coraje y ser capaces de soñar cielos nuevos y tierras nuevas. Tengan confianza en los jóvenes. Es cierto que también hay en ellos raíces del mal, pero yo creo más en las fuerzas del bien que ellos guardan en su interior y que hay que saber descubrir y cuidar».
En la mente del P. Jara Don Bosco diría: «Ustedes tienen el problema de la violencia, de la droga, de la miseria, de la exclusión. Les parecerán duras mis palabras, pero no creo equivocarme si les digo que estas cosas son muchas veces culpa de los adultos que no han sabido amar a los jóvenes. La droga a veces es un sustituto del amor no recibido; es una fuga de quien no los entiende ni valora; la violencia puede ser un grito y una venganza contra quien no los ha ayudado a convertirse en hombres verdaderos, en personas útiles para la sociedad. Yo quisiera que juntos, padres, educadores y religiosos, abriéramos los ojos y el corazón».
El padre Jara siguió con su reflexión y apuntó que el fundador de la Congregación Salesiana también afirmaría que «es muy triste que en la sociedad haya obstáculos para el bien. Desgraciadamente existirán siempre. ¡Pero pobres de aquellos por quienes los chicos conocen el pecado y se inician en el mal!».
Seguidamente, imagina a Don Bosco recorriendo los patios de los colegios y parroquias salesianas, viendo con sus propios ojos todo lo preparado para recibirlo, sonreiría con bondad, daría las gracias y con cariño nos hablaría así:
«A veces, algunos padres y educadores se preocupan de que no les falte nada a los jóvenes, todo lo hacen fácil y sin querer crean necesidades inexistentes y dañosas. Hacen todo lo posible por evitarles la fatiga, el sacrificio y el trabajo. Se les concede todo sin hacerles probar el gusto de conquistarlo, de crearlo. Yo sigo creyendo que queda mucho más satisfecho y feliz el joven que logra ganarse la vida y construírsela, que aquel que encuentra todo fácil, al alcance de la mano, sin tener que pensar, proyectar, transpirar. Quien no aprende a ganarse las cosas por sí mismo y sin dañar ni explotar a los otros, nunca será una persona responsable».
El padre Jara indicó que Don Bosco nos visita y, como en su tiempo, observaría la situación vivida y diría: «¿No les parece que la sociedad tiene hoy necesidad de ciudadanos más honestos, en lo privado, en lo público, en lo pequeño y en lo grande, en el mundo del trabajo y en la familia? Debemos convencernos que la bondad y la justicia dan dignidad y valor a las personas».
Y, finalmente, llamaría a todos los sacerdotes a ayudar a los chicos para que lleguen a ser «honestos ciudadanos y buenos cristianos». No es suficiente preocuparse para que lleguen a ser buenos profesionales, si después son deshonestos, mentirosos, egoístas… «Cambiarían muchas cosas si los ayudamos a ser veraces, justos, generosos, fuertes, buenos…».
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