Ciudad del Vaticano (Lunes, 08-07-2019, Gaudium Press) La reflexión que el Papa Francisco hizo antes de la Oración Mariana del Ángelus, en este domingo, 07/07, se basó en el Evangelio propuesto por la Liturgia para el XIV Domingo del Tiempo Común.
Los fieles presentes en la Plaza San Pedro oyeron a Francisco afirmar que la misión, de todos nosotros, está basada en la oración, no limitada, sin embargo, a nuestras necesidades.
Para él, la oración precisa ser «itinerante, requiere desapego y pobreza, lleva la paz y cura». Una oración que es anuncio y testimonio.
El trecho del Evangelio de San Lucas (Lc 10,1-12.17-20), presenta a Jesús enviando sus 72 discípulos, además de los 12 apóstoles, a predicar la Buena Nueva.
El Papa comentó que el número 72 indica probablemente todas las naciones y representa «la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio a todas las personas».
El Pontífice recordó que Jesús dijo a aquellos discípulos: «¡La mies es grande, pero los trabajadores son pocos! ¡Recen, entonces, al Señor de la mies para que mande trabajadores a su mies!».
Pedido siempre actual
Según el Papa, «ese pedido de Jesús es siempre válido. Siempre debemos rezar al ‘dueño de la mies’, esto es, Dios Padre, para que mande obreros para trabajar en su campo que es el mundo. Y, cada uno de nosotros, debe hacerlo con el corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse solamente a lo que precisamos, a nuestras necesidades: una oración es realmente cristiana si también tiene una dimensión universal».
Misión es oración
Al enviar a los 72 discípulos, dijo el Papa, Jesús dio instrucciones precisas que expresaban las características de la misión. Entre ellas: rezar, ir al encuentro de las personas y llevar la paz.
Para Francisco «esos imperativos muestran que la misión está basada en la oración; que es itinerante; que requiere desapego y pobreza; que lleva paz y cura, señales de la proximidad del Reino de Dios».
La misión, dijo él, (…) requiere la franqueza y la libertad evangélica de ir demostrando la responsabilidad de haber rechazado el mensaje de la salvación (…).
Misión y la alegría de tener el «nombre escrito en el Cielo»
Para Francisco, siendo vivida como debe ser, «la misión de la Iglesia será caracterizada por la alegría» de ser discípulo. Y, no se trata de «alegría efímera que viene del éxito de la misión; al contrario, es una alegría enraizada en la promesa hecha por Jesús en los Evangelios: ‘vuestros nombres están escritos en el cielo'».
El Papa recomendó por último, «cada uno de nosotros puede pensar en el nombre que recibió en el día del Bautismo: ese nombre está ‘escrito en el cielo’, en el corazón de Dios Padre. Y es la alegría de ese don que hace de cada discípulo un misionero, aquel que camina en compañía del Señor Jesús, que aprende con Él a dedicarse sin restricciones a los otros, libre de sí mismo y de los propios bienes.» (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con Informaciones de VaticanNews)
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