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El significado de la medalla de San Benito

Redacción (Viernes, 12-07-2019, Gaudium Press) La Iglesia celebró ayer, 11 de julio, la memoria de San Benito. Aprovechamos la ocasión para explicar el significado de un símbolo muy ligado al «Patriarca de los Monjes de Occidente»: La medalla de San Benito.

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La Medalla de San Benito es un poderoso instrumento de protección contra el demonio, el pecado y toda especie de males. A lo largo de los siglos, numerosos fueron los testimonios de los que alcanzaron gracias a través de esta medalla: socorro en casos de enfermedades, protección contra calumnias, hechizos y accidentes en viajes; conversiones y exorcismos de personas, además de conceder gracias especiales en la hora de la muerte; entre otros innúmeros efectos.

Su origen remonta al siguiente hecho. Cierta vez, un hombre, envidioso e inescrupuloso, quiso tomar las tierras pertenecientes a la orden de San Benito en la ciudad alemana de Metten, donde existía un gran monasterio. Para eso, recurrió a un grupo de hechiceras que pidieron al padre de la mentira que los arrancase de allí. Durante mucho tiempo las brujas pidieron al demonio aquel hecho, pero nada consiguieron.

Queriendo saber el motivo de no conseguir alcanzar su objetivo, el hombre entonces preguntó a una de las mujeres, que le dijo: «Nada podemos hacer en los lugares donde cierta cruz está inscrita». Asustado, el hombre volvió para casa y poco tiempo después cayó enfermo. En la hora de la muerte confesó sus pecados y contó a los que estaban a su alrededor el hecho. La noticia corrió rápidamente por la región y cuando fueron a averiguar, encontraron en diversas partes del convento la imagen de la cruz de San Benito. Esta Cruz que en el siglo XVII ahuyentó al enemigo infernal y protegió el convento de Metten es la que encontramos hoy grabada en la medalla de San Benito.

Explicando la Medalla de San Benito

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En la cara donde vemos la Cruz tenemos inscrito a su alrededor la palabra PAX (paz) que es el lema de la Orden de San Benito. A veces, PAX es substituido por el monograma de Cristo «IHS»

Entre los brazos de la Cruz tenemos cuatro iniciales «C.S.P.B.», que quieren decir «Crux Sancti Patris Benedicti» – «La Cruz del Santo Padre Benito»

Alrededor tenemos la oración de un exorcismo que está resumido en las letras:

«C.S.S.M.L»: «Crux Sacra Sit Mihi Lux» – «La Cruz sagrada sea mi luz».

«N.D.S.M.D»: «Non Draco Sit Mihi Dux» – «No sea el dragón mi guía».

«V.R.S.N.S.M.V»: «Vade Retro Sátana Nunquam Suade Mihi Vana» – «¡Retírate Satanás, nunca me aconsejes cosas vanas!»

«S.M.Q.L.I.V.B» – «Sunt Mala Quae Libas Ipse Venena Bibas» – «¡Es malo lo que me ofreces, bebe tú mismo tus venenos!».

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En el verso de la medalla vemos la imagen de San Benito, tomando en la mano izquierda el libro de la Regla que él escribió para los monjes y, en la otra mano, sustenta una Cruz; junto a él vemos un cáliz, del cual sale una serpiente, y un cuervo. Estos dos símbolos recuerdan las dos tentativas de envenenamiento del Santo.

Próximo a la gruta donde San Benito se refugiara, había un monasterio que quedara sin abad. Los monjes pidieron que el Santo asumiese el cargo de superior, pero él no quería aceptar, explicando que sus costumbres no irían armonizarse con las de los monjes que llevaban una vida ya suelta y sin observancia de la regla. Pero después de muchas insistencias de los religiosos, él acabó aceptando.
San Benito comenzó entonces a exigir la observancia de las costumbres y la regla del convento. Arrepentidos por la elección de tal superior, decidieron matarlo, colocando veneno en la copa de vino. Cuando el siervo de Dios se sentó a la mesa, le presentaron la bebida. Siguiendo la costumbre de la casa, extendió la mano y pronunció la bendición. En el mismo instante la copa explotó, reduciéndose a pedazos. Comprendiendo lo que había pasado, se levantó tranquilamente y reunió a la comunidad, diciendo: «Dios tenga compasión de vosotros, hermanos. ¿Por qué me quisisteis hacer esto? ¿No os dije yo previamente que no se armonizarían vuestras costumbres con las mías? Id, y buscad para vosotros un Padre consonante a vuestra vida; después de esto ya no me podréis retener».

Así, San Benito retornó para su gruta.

En otra ocasión un sacerdote de una iglesia próxima al monasterio donde entonces vivía San Benito, comenzó a envidiar las virtudes del santo, y no consiguiendo denigrar de la persona del siervo de Dios decidió matarlo enviando de regalo un pan envenenado.

En el momento de las refecciones, era costumbre aparecer un cuervo que era alimentado diariamente con un pedazo de pan que recibía de las manos de San Benito. En aquel día, en el momento en que el ave apareció, fue revelado al santo el crimen del presbítero envidioso. San Benito tiró al cuervo el pan entero y ordenó que lo tirase para lejos, donde nadie pudiese encontrarlo. El pájaro tomó el pan en el pico y voló lejos, volviendo después sin nada.

Estos dos hechos quedaron grabados en la medalla.

Alrededor de la Imagen del Santo se lee: «Eius In Obtu Nro Praesentia Muniamur» – «Seamos confortados por la presencia de San Benito a la hora de nuestra muerte». Un pedido que unido al del Ave María, «rogad por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte», nos llena de confianza en el momento presente y en nuestra hora última, cuando esperamos oír de los labios del Divino Maestro: «Venid, benditos de mi Padre». (EPC)

 

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