Washington (Viernes, 19-07-2019, Gaudium Press) En la interesante página www.catholicgentleman.net -que tiene como objetivo «inspirar a los hombres hacia la santidad», y que es dirigida por «hombres católicos»- aparece la reciente contribución de Fr. Paul Sheller, OSB, director vocacional de la Conception Abbey, abadía benedictina en Missouri, EE.UU. El título de su nota es: «Cinco formas para vivir como un monje (Sin serlo)».
Basadas esas formas en la regla de San Benito, la primera es «Cultivar el silencio». «El silencio es el ambiente que te permite cultivar la voz de Dios y las voces de quienes te rodean adecuadamente», dice el religioso. Apagar la música y la radio por ejemplo cuando se va en el carro, moderar el uso de la televisión o del internet, podrá ser la ocasión para escuchar a Dios y permitirle que hable en el fondo del corazón.
La segunda es ser fiel a la oración diaria. «La oración debe ser breve y pura, a menos que se prolongue bajo la inspiración de la divina gracia», decía San Benito. Esto es algo, dice el Fraile Sheller, que es reconfortante para las personas con muchas ocupaciones. Entretanto, hay que «encontrar tiempo en la mañana para alabar a Dios antes de que comience su día, y orar en acción de gracias durante la noche antes de acostarse». También se puede rezar «la Liturgia de las Horas para santificar el día». Lo importante es ir desarrollando una actitud profunda y sincera de afecto a Dios mientras se ora. También surgirán muchas ocasiones en el día para hacer breves oraciones de confianza en Dios.
La tercera es formar una comunidad auténtica. «En un mundo de individualismo, redes sociales y relaciones superficiales, todas las personas anhelan un profundo sentido de pertenencia y comunión entre ellas. La vida espiritual es siempre un viaje que emprendemos con los demás. Ud. debe estar dispuesto a invertir el tiempo y la energía para comprometerse personalmente con otras personas y mostrar interés en sus vidas», expresa el benedictino.
La cuarta es hacer el tiempo para la Lectio Divina, es decir, una lectura «lenta y orante de las Sagradas Escrituras», con el ánimo de entender la Palabra de Dios y buscar «la paz en la presencia de Dios». «San Benito advirtió a sus monjes: ‘La ociosidad es el enemigo del alma. Por lo tanto, los hermanos deben tener períodos específicos para el trabajo manual, así como para la lectura orante’ «.
Y la última forma de vivir como un monje sin serlo, es la Práctica de la Humildad, señalada por San Benito como «una escalera con doce peldaños que el monje debe ascender. El primer paso es que un monje mantenga el «temor de Dios» siempre delante de sus ojos (RB 7:10). Cuando temes a Dios o estás en «temor» de Dios, mantienes una relación correcta, al darte cuenta de que eres una criatura y no Dios. La humildad es una virtud que necesita ser desarrollada, y conlleva ser sensato, honesto y sincero, tanto en la oración, en el trabajo y en los asuntos cotidianos».
Reglas sencillas, o normas de vida monacales para no monjes, que pueden trasformar una vida.
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