Redacción (Viernes, 19-07-2019, Gaudium Press) Vestir el cuerpo no es solamente una norma del pudor, un convencionalismo social o en algunos casos una exigencia climática. Fue una disposición de Dios. (Gn 3, 21).
Pero hay también algo más que todo eso en ese hábito humano que los pueblos primitivos de climas cálidos y tropicales no acostumbran tal vez por decadentes razones prácticas, dado que el calor húmedo los sofoca y su vida de nómadas cazadores o recolectores los impele a vivir sin cubrirse totalmente. La inteligencia todavía no les ha sugerido -ni a ellos ni a los civilizados de la tierra, inventos para sobrevivir en medios calurosos fresca y agradablemente vestidos, con trajes de telas desechables de luminosos colores y con la textura de los pétalos de las flores, abrigados en invierno refrescantes en verano, y que mientras se usen expelan agradables aromas como podríamos suponer eran los trajes de nuestros primeros padres en el paraíso terrenal.
Agustín de Hipona, faro de doctrina en la Iglesia, realzaba en demasía la intimidad |
Andar desnudos y descalzos por los senderos de la selva lluviosa, los ríos y pantanos llenos de bichos peligrosos es una especie de primitiva defensa contra el medio. Sin embargo han encontrado una forma de adornarse un poco, y en la mayoría de los casos cubrir al menos la impudicia con cierto recato aunque muy precario. De hecho son muy escasos los pueblos aborígenes totalmente desnudos o sin ningún aderezo en su cuerpo.
Esto solamente se ve en los campos nudistas del llamado mundo civilizado: Europa y algunas playas recreativas de otros continentes. Hoy existen parques en varios países donde la gente sin diferencias de sexo ni edad va a extenderse y a caminar en verdes prados completamente desnuda. Lo hacen especialmente durante días soleados del verano o la primavera y afirman que es saludable para el organismo. Algunos médicos lo recomiendan sin mucha prueba científica, para revitalizar órganos desgastados, y hasta afirman que trae longevidad.
El estado de espíritu de estas gentes sorprende: no se nota malicia, ni modales vulgares, ni miradas irrespetuosas. No hay escenas bochornosas o groseras. Se les ve tranquilas, simplemente asoleándose y concentradas en esa especie de terapia solar. Incluso da la impresión de que es posible que protestarían y harían venir a la policía si llegasen a ver un comportamiento erótico. El viento sopla sobre el parque nudista, el sol bate suavemente y ellos parecen asimilar agradados todo esos fenómenos climáticos que suponen medicinales. En la mayoría de esos sitios está prohibido llevar mascotas. ¡Solamente seres humanos! Y ellos como adormecidos lagartos al sol, inmersos en sí mismos, disfrutando los presuntos beneficios de exponerse completamente desnudos a la intemperie, duermen o están con la mente totalmente en blanco. Fenómeno al menos curioso por decir lo menos y no aventurar una hipótesis enigmática, que podría hacernos pensar que en eso hay algo delirante, extremadamente egolátrico y paranormal. No es de la condición humana comportarse así: sin respeto a sí mismo ni respeto a los demás.
Tal vez unos pocos de ellos sean de los que imaginan que así es o era la vida en el Paraíso Terrenal. Y quizá piensen que así lo será en el Paraíso Celestial por toda la Eternidad. Pero la gran mayoría parece egoísta, atea, agnóstica, completamente indiferente con todo lo relacionado a la espiritualidad. Ni se preocupa pensando en eso. No le interesa para nada. Son materia pura en estado de rehabilitación, pero rumbo a la inevitable putrefacción como cualquier cuerpo humano. Un día llegará en que nada ni nadie los rehabilitará, y entrarán en proceso de descomposición hasta llenarse de pequeños gusanos blancos que misteriosamente brotan de nuestro propio cuerpo ya sin alma, para roer las carnes y después devorarse entre ellos mismos. La fetidez será insoportable, y parientes, amigos y deudos optarán antes por cremar los restos o sepultarlos bien hondo.
El nudismo como tal, siempre fue visto por todos los pueblos de todos los tiempos, como algo antinatural. Desde el remoto oriente hasta el Finisterre de Europa, ya en la antigüedad pagana, incluso entre los propios bárbaros y vikingos, los pueblos se vestían aún en el verano. Ni los impúdicos griegos y romanos de la decadencia dejaron de hacerlo también en las estaciones más calurosas del año. En todas esas culturas era muestra de civilización andar vestidos o al menos ligeramente cubiertos con suficiencia como en Egipto. Solamente los esclavos o las gentes de más baja extracción andaban semidesnudos. Entonces ¿Qué es lo que está llevando a la Civilización Occidental y Cristiana a practicar el nudismo o imponer cada vez más modas que lo preparan?
Persona es intimidad, decía San Agustín. Nada que defienda más la personalidad de un individuo que cuidar y mantener su propia intimidad, que al mismo tiempo lo hace libre e independiente en el mejor sentido de las dos palabras. Se trata de esa libertad e independencia equilibradas, que facilitan ser creativo, responsable y seguro de sí mismo para emprender y tomar iniciativas con sus criterios claros y definidos, marcando con el temple de su propia índole sus obras y quehaceres. Igualado por la imposición de una moda como la nudista o que tiende al nudismo, el hombre no solamente va perdiendo su propia identidad y asimilándose a la masa, sino que va descompensándose psíquicamente, porque no es de la naturaleza humana andar sin ropa y en montonera exponiendo las miserias de su cuerpo, enfermedades y desgaste de la vejez.
La consecuencia de eso, no solamente ofende infinitamente a Dios, sino que le hace mal al ser humano, esclaviza, subyuga, despersonaliza y lo vuelve un pobre anónimo, uno más entre otros. Quizá todavía sea tiempo para que un nudista se mire bien en un espejo y se pregunte quién es realmente, para qué está en este mundo, quién lo ama sinceramente y a quien ama sin intereses mezquinos, quién lo respeta y a quién él respeta, quién lo aprecia y a quienes aprecia. De lo contrario, ese monstruoso cambio de mentalidad puede llevarlo a una depresión esquizofrénica, cercana al suicidio o a la criminalidad, cuando despierte de esa actitud egoísta como no se vio ni en los más decadentes tiempos del paganismo.
Por Antonio Borda
Deje su Comentario