Redacción (Jueves, 25-07-2019, Gaudium Press) El Código de Derecho Canónico de 1983, que contiene las normas que rigen la Iglesia universal, establece que apenas los ministros ordenados, como el sacerdote o el diácono, tienen la facultad de predicar la homilía.
Aunque el mismo código indique en el canon 766 que «los laicos pueden ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, si en determinadas circunstancias hay necesidad de ello, o si, en casos particulares, lo aconseja la utilidad, según las prescripciones de la Conferencia episcopal», también afirma que todo eso es posible «sin perjuicio» de las disposiciones del canon 767§1.
Este canon, 767§1, afirma que «entre las formas de predicación destaca la homilía, que es parte de la misma liturgia y está reservada al sacerdote o diácono».
Dispensar la prescripción del canon 767, § 1
El Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, con el permiso del Papa San Juan Pablo II, respondió a una serie de preguntas, entre las cuales estaba la siguiente:
«Si el Obispo diocesano puede dispensar de la prescripción del canon 767, § 1, que reserva la homilía al sacerdote o diácono».
La respuesta fue: «Negativo».
Colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes
El 15 de agosto de 1997, el Vaticano publicó la instrucción titulada «Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes», que trata, entre otros, del tema de la homilía.
El documento fue aprobado por ocho Dicasterios, entre los cuales se encuentran las congregaciones para el Clero, para la Doctrina de la Fe, para el Culto Divino y para la Disciplina de los Sacramentos; y los consejos pontificios para los Laicos y para la Interpretación de los Textos Legislativos.
El texto señala que la homilía «es parte de la misma liturgia» y «la homilía, durante la celebración de la Eucaristía, se debe reservar al ministro sagrado, sacerdote o diácono. Se excluyen los fieles no ordenados, aunque desarrollen la función llamada «asistentes pastorales» o catequistas, en cualquier tipo de comunidad o agrupación».
Razones dadas por el Documento
El documento inmediatamente explica la razón de eso:
«No se trata, en efecto, de una eventual mayor capacidad expositiva o preparación teológica, sino de una función reservada a aquel que es consagrado con el Sacramento del Orden, por lo que ni siquiera el Obispo diocesano puede dispensar de la norma del canón,(70) dado que no se trata de una ley meramente disciplinar, sino de una ley que toca las funciones de enseñanza y santificación estrechamente unidas entre si».
¿Y los Seminaristas?
El texto del Vaticano también afirma que los seminaristas no ordenados tampoco pueden predicar la homilía y que «se debe considerar abrogada por el can. 767, § 1 cualquier norma anterior que haya podido admitir fieles no ordenados a pronunciar la homilia durante la celebración de la Santa Misa».
Aunque sea permitido algún eventual testimonio, el documento refuerza que «no deben asumir características tales de llegar a confundirse con la homilía».
Diálogo del sacerdote durante el sermón
El texto también admite la posibilidad de «diálogo» dirigido por el sacerdote durante el sermón, pero sin delegar «a los otros el deber de la predicación».
Quien perdió el estado clerical
Finalmente, el documento del Vaticano afirma que «la homilía no puede ser confiada, en ningún caso, a sacerdotes o diáconos que han perdido el estado clerical o que, en cualquier caso, han abandonado el ejercicio del sagrado ministerio».
Por João Sergio Guimaraes
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