Redacción (Viernes, 02-08-2019, Gaudium Press) Políticos que se dicen católicos, pero que sus convicciones no son católicas y menos sus prácticas políticas. Evidentemente abundan, y sobre cómo tratarlos difieren las opiniones incluso de jerarcas, particularmente en los EE.UU.
¿Por qué se llaman católicos cuando saben que -en temas fundamentales como vida humana y familia- el pensamiento de la Iglesia católica es opuesto al que profesan? Evidentemente, no es temerario decir que sus cálculos son también… políticos, electorales. Un político hispano que se identifique como católico, sabe que puede arrastrar el respaldo de sus votantes hispanos, que comúnmente en su mayoría y de manera fuerte son católicos.
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El National Catholic Register, analizando el pasado debate habido en Detroit entre los precandidatos demócratas a la presidencia de los EE.UU. ha hecho un recorrido por las diversas posiciones que el ex vicepresidente Joe Biden, quien se afirma católico, ha asumido con el tema del aborto.
Cuando el fallo Row vs. Wade de 1973 de la Corte Suprema, que abrió las puertas del aborto en los EE.UU., el ex vicepresidente afirmó que la Suprema Corte «había ido demasiado lejos» en su decisión.
En 1981, apoyó con su nombre la «Enmienda Biden», que prohibió el uso de fondos federales para investigación biomédica que involucraba aborto o esterilización involuntaria, una posición que cabría perfectamente a un político católico.
En 2007, Biden ya se definió como «a medio camino» en materia de aborto y continuó manifestándose contra la financiación federal de los abortos y esta vez contra la horripilante técnica de abortos de nacimiento parcial. Y durante el debate vicepresidencial del 2012, dijo que personalmente era pro-vida.
Existe en los EE.UU. la «Enmienda Hyde», que prohíbe el uso de fondos federales para practicar abortos. Biden que la había apoyado siempre, cambió su posición con el inicio de la carrera demócrata por la presidencia. Y en el debate del pasado miércoles dijo que era favorable «al derecho de la mujer a escoger» en materia de aborto.
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Viendo este ir y venir de opiniones de algunos políticos en materias cruciales de principios no negociables, es simplemente ingenuo pensar en un mero debate interno al interior de su conciencia, sin considerar el cálculo que los políticos siempre hacen de cuántos votos puede arrancar de sus posibles votantes, grupos de votantes que son cambiantes, pues ahora son los votantes para llegar a una alcaldía de una ciudad ‘liberal’ o ‘conservadora’, mañana serán los votantes para lograr la nominación de un partido a la presidencia, y pasado mañana serán los votantes para llegar a la propia presidencia. Es decir, no hay ‘sismógrafo’ más voluble que el de un político que quiere captar votos, sismógrafo que termina dictando la lista de sus ‘principios’, que cambian a la misma velocidad de lo que cambia el medidor del sismógrafo.
Pero hay un sismógrafo que no cambia: el sismógrafo de Dios, ese bajo cuyo rasero seremos juzgados, y bajo cuyo dictamen será sellado nuestro destino eterno. Creo que ese tipo de políticos no piensa mucho en ese sismógrafo. Entretanto, la vida no es sino un soplo, y pronto todos nos encontraremos ante el Eterno e Inmutable, ese que nos va a pedir cuentas de los talentos otorgados, pero que pedirá más cuentas a los que más dio.
Ahí se acabarán los cálculos políticos, y será la felicidad eterna o el llanto y el crujir de dientes, de acuerdo al dictamen del sismógrafo eterno.
Por Saúl Castiblanco
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