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San Pedro Julián Eymard y el extremo amor a la Eucaristía

Redacción (Lunes, 05-08-2019, Gaudium Press) Cada vez que prestamos atención a la hagiografía (disciplina que estudia la vida de los Santos) nos deparamos con Santos extraordinarios. De hecho, podríamos preguntarnos: ¿cuál es el Santo que no es extraordinario? Sí, ¡todo Santo lo es!

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Ya por el hecho de ser presentado por la Iglesia como modelo para los fieles, por haber practicado la virtud y los Mandamientos en grado heroico, esto es grandioso y arrebatador. Llevar «el buen combate», como dice el Apóstol (2 Tm 4, 7), en medio de las dificultades de todo orden, con fuerza de alma, colocando la integralidad de su confianza en el auxilio de la gracia, por amor a Nuestro Señor Jesucristo, es lo que lleva la Iglesia a canonizar un varón de Dios o una mujer «fuerte del Evangelio».

Con efecto, si el trazo «común» de todos los Santos es esta excelencia y heroísmo de la virtud, verdad también es que ellos se diferencian entre sí, de forma hasta por veces elocuente, dándonos aspectos únicos, características especiales que brillan en ellos con una forma incomparable, sin embargo, no en los demás.

Tomemos, por ejemplo, la historia de un Santo cuya memoria celebramos el día 2 de agosto: San Pedro Julián Eymard, sacerdote francés Fundador de la Congregación del Santísimo Sacramento, en el año 1856.

Entre los tan bellos aspectos que podemos contemplar en San Pedro Julián Eymard, brilla este: las palabras de radicalidad en las cuales el Santo expresa su amor apasionado a la Eucaristía:

«Para la gloria de Dios es preciso tener una pasión que nos domine la vida y produzca los frutos necesarios y deseados por Nuestro Señor. El amor solo triunfa cuando es en nosotros una pasión vital, y ésta debe ser ardiente en relación a la Eucaristía. Pues, ¿qué es el amor, si no la exageración?

«La Eucaristía es la más noble inspiración de nuestro corazón. Amémosla, pues, apasionadamente. Dicen: pero es exageración todo eso. ¿Pero que es el amor si no exageración? Exagerar es ir más allá. Pues bien, el amor debe exagerar. Quien se limita a lo que es absolutamente de su deber, no ama.

«Nuestro amor para ser una pasión, debe sufrir la ley de las pasiones humanas. hablo de las pasiones honestas, naturalmente buenas, pues las pasiones son indiferentes en sí mismas. Nosotros las tornamos malas, cuando las dirigimos para el mal, pero solo de nosotros depende utilizarlas para el bien.

«Sin una pasión nada se alcanza. La vida carece de objetivo, se arrastra en una vida inútil.

«Pues bien, en la orden de la salvación es necesario también tener una pasión que nos domine la vida, y la haga producir para la gloria de Dios todos los frutos que el Señor espera.» (1)

Sobre estas palabras, comenta Mons. João Clá Dias:

«En este pasaje, San Pedro Julián Eymard va en contra de una concepción talvez generalizada en su tiempo, según la cual la verdad es una posición responsable y adulta delante de los hechos, y exige la ausencia de pasión. O sea, solamente después de liberarse de cualquier pasión es que el hombre se torna capaz de ver, juzgar y actuar de modo correcto.

«Ahora, él sustenta que hay pasiones malas y buenas. Estas últimas, impulsadas por el bien, deben conducir al alma al extremo del amor a Dios. Entonces dice: ‘¿Qué es el amor si no es una exageración?’. El santo no afirma que la pasión es necesariamente una exageración, y sí que el amor, continuamente, va más allá que el ambiente en el tiempo de él, calificaba de exageración. Por lo tanto, esta exageración debe ser entendida como que entre comillas: ‘¿Qué es amar, sino hacer lo que ustedes entienden como exageración?’

«Hago notar lo categórico de esa afirmación. Para que nos salvemos, es una condición que tengamos ese amor apasionado. Y él corrobora, además, su tesis de que para la gloria de Dios es preciso tener una pasión que nos domine la vida y produzca los frutos necesarios y deseados por Nuestro Señor. Por lo tanto, esa productividad total resulta de la colaboración de la pasión con las otras facultades del alma. Esto es eminentemente humano». (2)

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Pidamos a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, juntamente con San Pedro Julián Eymard, que nos dé este amor apasionado a la Eucaristía; y que ella sea el eje en torno al cual gravitan todos nuestros ideales, preferencias y actividades.

Por Adilson Costa da Costa
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(1) Pe. Robert Rousseau, SSS. Uma breve biografia de São Pedro Julião Eymard. Disponível em: http://ww.blessedsacrament.com. Acesso em 02 Agosto 2013.
(2) Mons. João S. Clá Dias. Os Santos comentados: São Pedro Julião Eymard. Disponível em: http://santossegundojoaocladias.blogspot.com.br/2011/11/sao-pedro-juliao-eymard.html. Acesso em 02 Agosto 2013.

 

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