sábado, 23 de noviembre de 2024
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La mano que ayuda al prójimo a levantarse "es la mano de Jesús", dice el Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 08-08-2019, Gaudium Press) Ayer, 7 de agosto, el Papa Francisco volvió a realizar las Audiencias Generales de los miércoles.

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Por causa del fuerte calor por el cual pasa la ciudad de Roma, esta vez, la Audiencia fue realizada en la Sala Pablo VI y no en la Plaza San Pedro.

La Catequesis

En la catequesis de ayer el Papa trató de los Hechos de los Apóstoles, tras la pequeña pausa en sus vacaciones:

Francisco reflexionó sobre la primera narración de cura del Libro de los Apóstoles: «En nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda» (At 3,3-6).

Francisco elogió la acción concreta de los Apóstoles Pedro y Juan que testimoniaron la verdad del anuncio del Evangelio, demostrando cómo actuaban en nombre de Cristo cuando curaron un paralítico de nacimiento que pasó a caminar, andar y alabar a Dios.

Encontró «el Nombre que salva al hombre: Jesucristo, el Nazareno»

Francisco recordó que la ley de la época impedía ofrecer sacrificios a quien tenía algún tipo de deficiencia física, en consecuencia de alguna culpa, e inclusive impedía el acceso al Templo en Jerusalén.

Entretanto, el Evangelio habla del paralítico, él es el «paradigma de tantos excluídos y descartados de la sociedad; estaba allí para pedir la limosna de todos los días», cuando los Apóstoles intercambiaron miradas con él y Pedro dijo:

«No tengo plata, ni oro, pero lo que tengo, eso te doy. En nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda» (At 3,3-6).

Según Francisco, esa fue la relación establecida entre el paralítico y los Apóstoles. O sea, el mismo modo en que a Dios le gusta manifestarse.

La Iglesia abre la mirada para los necesitados

El Pontífice comentó que aquel mendigo paralítico, encontrando a los Apóstoles, no encontró dinero, sino encontró «el Nombre que salva al hombre: Jesucristo, el Nazareno».

Pedro invocó el nombre de Jesús y ordenó que el paralítico se levantase y anduviese. Pedro tocó al enfermo y lo ayudó a estar en pie.

Comenta el Papa:

«Y aquí aparece el retrato de la Iglesia, que ve quién está en dificultad, no cierra los ojos, sabe mirar la humanidad en el rostro para crear relaciones significativas, puentes de amistad y solidaridad en lugar de barreras. (…)

Jesús siempre toma de la mano, siempre busca levantar, haciendo que las personas se curen, que sean felices, que encuentren a Dios».

‘Mire para mí: ¡yo estoy aquí!’

El Papa continuó comentando el intercambio respetuoso y lleno de compasión de miradas.

«Y eso hacen los dos Apóstoles con el paralítico: le miran a él, dicen ‘mire a nosotros’, sostienen su mano, lo hacen levantarse y lo curan. Así hace Jesús con todos nosotros.

Pensemos en eso cuando estemos en momentos malos, en momentos de pecado, en momentos de tristeza. Ahí está Jesús que dice: ‘Mire para mí: ¡yo estoy aquí!’. Vamos a tomar la mano de Jesús y dejar que nos levante».

«Y nosotros, cada uno de nosotros, ¿qué tenemos? ¿Cuál es nuestra riqueza, nuestro tesoro? ¿Con qué cosa podemos tornar ricos a los otros? Pidamos al Padre el don de una memoria agradecida al recordar los beneficios de su amor en la nuestra, para dar a todos el testimonio de alabanza y reconocimiento. No olvidemos: siempre la mano extendida para ayudar al otro a erguirse; es la mano de Jesús que, a través de nuestra mano, ayuda a los otros a levantarse», dijo el Papa. (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

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