San Pablo (Viernes, 16-08-2019, Gaudium Press) A propósito de la Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, vamos a recordar las palabras de San Juan Pablo II cuando explicaba la «dormición» de la Virgen María, en su catequesis del 25 de junio de 1997, al consagrar su pontificado a la Madre de Dios con su lema «Totus tuus» (Todo tuyo).
Pío XII y la «dormición»
Juan Pablo II recordó en la ocasión que, cuando Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen María el 1º de noviembre de 1950, el Papa «no quiso negar el hecho de la muerte, sino apenas no juzgó oportuno afirmar solemnemente la muerte de la Madre de Dios, como verdad que debía ser admitida por todos los creyentes».
Destino de María
«Reflexionando sobre el destino de María y sobre su relación con el Hijo divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil afirmar lo contrario en lo que concierne a la Madre», dijo el santo que, como se sabe, consideraba el Rosario como su oración favorita.
En seguida, San Juan Pablo II citó dos santos que se refirieron a este tema: San Modesto de Jerusalén, fallecido en el año 634, y San Juan Damasceno, que murió en el año 704.
Este último escribió sobre la Virgen María, que «aquella que en el parto sobrepasó todos los límites de la naturaleza», al ser asunta al cielo, se despojó «de la parte mortal» para «revestirse de inmortalidad, porque ni el Señor de la naturaleza rechazó la experiencia de la muerte».
Muerte y castigo de pecado
Juan Pablo II continuando en sus reflexiones destacó que «Es verdad que en la Revelación la muerte se presenta como castigo del pecado.
Todavía, el hecho de que la Iglesia proclamara a María liberada del pecado original por singular privilegio divino no induce a concluir que Ella recibió también la inmortalidad corporal.
La Madre no es superior al Hijo, que asumió la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación».
«Para ser partícipe de la resurrección de Cristo, María debía compartir antes de más Su muerte», destacó.
Nuevo testamento y muerte de María
San Juan Pablo II también afirmó que, aunque el «Nuevo Testamento no ofrezca cualquier noticia sobre las circunstancias de la muerte de María», este silencio «induce a suponer que esta se haya verificado normalmente, sin cualquier pormenor digno de mención. Si así no hubiese sido, ¿cómo podría la noticia permanecer escondida a los contemporáneos y, de alguna forma, no llegar hasta nosotros?».
San Francisco de Sales – «morir de amor por Jesús»
Juan Pablo II cita a San Francisco de Sales, que consideró que «la muerte de María se haya verificado como efecto de un transporte de amor. Él habla de un morir ‘en el amor, por causa del amor y por amor’, llegando por eso a afirmar que la Madre de Dios murió de amor por su hijo Jesús».
Maturación de la Gracia en la Gloria
En todo caso, recuerda el Papa mariano, «cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, bajo el aspecto físico, causó la cesación de la vida del cuerpo, se puede decir que el pasaje de esta vida a la otra constituyó para María una maturación de la gracia en la gloria, de tal forma que jamás como en ese caso la muerte puede ser concebida como una ‘dormida'».
…enriqueció la persona de la Virgen
«La experiencia de la muerte enriqueció la persona de la Virgen: pasando por la común suerte de los hombres, ella puede ejercer con más eficacia su maternidad espiritual en relación a aquellos que llegan a la hora suprema de la vida», concluyó Juan Pablo II.
(JSG)
(De la Redacción Gaudium Press, con informaciones ACI Digital)
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