Redacción (Lunes, 19-08-2019, Gaudium Press) A partir de mediados del siglo XVIII, con el empuje de las ideas que eclosionaron en la Revolución Francesa, se ha ido produciendo una diminución de la belleza en el mundo. Uno de los aspectos, que fue marcando épocas, ha sido los cambios en la vestimenta. De lo gracioso, con formas y tejidos lindísimos de aquellos momentos, a los de hoy, vemos como se llega hasta las excentricidades más osadas.
Con el correr del tiempo, los sombreros en los hombres fueron cambiando, desde el de tres picos con las alas levantadas a sus costados en la mitad del siglo XVIII, entrando en el siglo XIX el uso del sombrero de copa o galera, llegando a ser reemplazado, a los pocos, por el sombrero blando de fieltro, y, finalmente, a no tenerlo. Si vemos la asistencia a un partido de fútbol en la década del 50, quedaremos sorprendidos al ver, un grito de gol, con sombrero en mano para festejarlo.
Este caminar gradual no ha sido no sólo en los sombreros, sino que se vio reflejada en la vestimenta en general, tanto masculina como femenina, repercutiendo, como no podía dejar de ser, en las costumbres y buenas maneras. No ha sido apenas un rechazo de la belleza rumbo a lo feo, sino también una ofensa al pudor, en una transformación que parece imposible de ser frenada.
Es la moda, costumbre en boga durante algún tiempo, hasta que llegue otra más atrevida. Lanzada, normalmente, por una minoría de personas importantes: artistas de cine o tv, cantantes famosos, deportistas, excéntricos millonarios. A través de ellos, por la propaganda, va siendo asimilada en todos los ámbitos de la sociedad, de arriba hacia abajo, llegando a ser aceptada igualmente, en sus aspectos singulares, ridículos, cuando no, indecentes…
La moda se proyecta, principalmente, a través del atuendo; pero también por peinados, tatuajes o cualquier tipo de «accesorio», como lo puede ser un «piercing», en la oreja, nariz, labios o lengua. Queda presentado un modo de vivir, de comportarse, de mostrarse. Unos la acompañan fielmente; otros, se resisten al torrente de cambios que nos trae el mundo contemporáneo.
Hay modas y modos; todos los actos de la vida de una persona son influenciados por la moda, repercutiendo en su perfil, sea en el de vestir, hablar, gesticular, comer, etc. Es una forma de transmitir un reglamento completo de vida que tiene por detrás un pensamiento, una idea, una moral nueva; las personas no lo perciben, pero existe. Vemos, con la pérdida del sentido crítico ante lo que va apareciendo, lo que era considerada una vestimenta «informal», pasa a ser «formal». Ya lo decía el escritor francés Paul Bourget, «es necesario vivir como se piensa, so pena de, tarde o temprano, acabar pensando cómo se vive».
Durante el siglo pasado, este proceso – lento a sus inicios – se fue acentuando, aceleradamente. Llegamos, en la actualidad, a que se ponen en juego, no sólo los valores estéticos, sino los valores morales, y hasta la estabilidad psicológica de las personas ante tal avalancha de originalidades.
Al entrar en escena los Beatles con su música, en la década del 60, irrumpía la expresión de las pasiones más rudimentarias, acompañada de formas de vestir, de moverse, del cabello desarreglado, expresando la ideología «hippie». Ellos mismos exhibieron una evolución: de inicio se presentaban de traje y corbata, llegando -poco después- a formas medio psicodélicas de exteriorizarse, influenciados por el consumo de la droga LSD. Vestimenta, música, ruptura de cánones morales; así la moda, con estos tipos humanos, hace más de 50 años, influenciaba el modo de comportamiento de los jóvenes.
«La indisciplina organizada, sistemática, iba modificando de modo asombroso los hábitos de Occidente», comentaba el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Era la liberación de los instintos, el negarse a obedecer reglas, un como que casi renunciar al uso de razón, caminando para…la locura. Todo esto, pudiendo llevar, más tarde o más temprano, a un completo caos.
Hoy, con la presencia de las redes sociales, el «marketing» de la moda y de los modos, no encuentra resistencia, especialmente en los adolescentes. La capacidad de juzgar, de reaccionar, de rechazar, queda paralizada ante tal abundancia de fotos e informaciones. Así penetran las nuevas tendencias de la moda.
El pediatra español José Luis Iglesias Diz, especialista en Medicina de la Adolescencia, comentando la influencia de la moda afirma que: «la estructura social ha ido cambiando de una sociedad tradicional de postguerra con familias más estables, trabajo más estable, criterios morales más universales y una estructura económica en la que predominaba el producto duradero, bien hecho, se compraban cosas útiles y la oferta de ocio era menos variada», hoy en día, termina diciendo, el consumidor está esperando, «en una especie de vorágine, la última novedad».
Llegamos así a encontrar, a precios exorbitantes, jeans y camisetas. Pero, asómbrese el lector, ropas que, cualquiera de nuestras abuelas, las considerarían un trapo viejo, costando una fortuna. ¡Pantalones rotos! ¡Camisetas que parecen roídas por la polilla! Y vean que no se trata de comprar nuevos y pasarle tijera cortando en cualquier lugar, lo que sería más barato.
Según explica la directora creativa de una cadena de ropas…rotas, es más caro hacer una prenda rota, que una tradicional; ¡así como lo leen! «Las roturas y desgastes requieren un proceso extra que se hace una vez que el producto está terminado».
Y si fuera sólo ropa rota o rasgada…, también apareció la moda de la ropa sucia. Ricos y famosos, celebran el «sleazecore», o estilo sórdido y mugriento; fue en el inicio de este 2019. Ropa que parece no conocer el lavarropas; a esto le unen tatuajes tipo carcelario, cabellos sucios y apelmazados. Del «sleazecore» se dice que es una filosofía de vida: hasta hace poco, parte del atractivo de una celebridad era verse bien, pero ahora se impone un discurso imitable que aclama una estética de lo feo y lo sucio como capricho o reacción ante los mandatos sociales convencionales.
Pero, es que el camino a la locura no se acaba. A lo roto, a lo sucio le acompañó, el año pasado, el «oversized», es decir, la presentación de la moda -presentada siempre a través las llamadas «celebridades»- de la ropa de talla extremadamente grande.
A todo momento una nueva invención, alejándose de los estereotipos de lo lindo, de lo bello, de lo limpio, de lo ordenado, para caminar, de extravagancia en extravagancia, hacia la locura. ¿Hasta dónde llegaremos? Quien viva…verá. Nos vienen a la memoria en estos momentos las palabras dichas por la Virgen de Fátima a uno de los pastorcitos, Jacinta, en una revelación particular: «vendrán modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor».
(Publicado originalmente en La Prensa Gráfica de El Salvador, 18 de agosto de 2019)
Por el P. Fernando Gioia, EP
www.reflexionando.org
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