París (Lunes, 26-08-2019, Gaudium Press) Quien tiene la oportunidad de viajar por Francia, constata que aunque las nuevas generaciones no son tan ávidas de la lectura de libros como las antiguas, aún es común ver en los metros o en los parques y cafés a muchas personas con su libro en mano, degustando un manjar, no solo para el paladar sino para el espíritu. Entretanto, no ocurre esto con el libro digital, que es catalogado como fracaso en el país galo.
«Comercialmente, las terminales [de libros digitales] en las librerías han sido un fracaso», dice la encargada de misión Caroline Mucchielli en el sindicato de la librería francesa (SNL). «Para las librerías francesas independientes, los libros digitales representan solo alrededor del 2% de su facturación».
Cuando apareció el libro digital, todo el mundo creía que iba a arrasar. Sin embargo esto no ocurrió. En 2017 el libro digital «representaba 7.6% de la cifra global de negocios en el mundo de la edición» en Francia. Esto dista mucho del 20% que este tipo de formato ocupa en las ventas de libros en los EE.UU., que tampoco es una cifra que corresponda al boom que muchos esperaban.
¿Cuál es la razón de esas cifras? Hay varias hipótesis.
Una es que por ejemplo, en el caso de novelas, los precios de los libros digitales no son mucho más bajos que su versión en papel; y que mientras que después de comprado, un libro común se puede prestar a quien quiera, no ocurre lo mismo con la versión digital, que comúnmente solo puede ser usada por el comprador.
Otra es el ‘afecto’ que los franceses puedan tener por el libro tradicional, afecto que se relaciona con ciertas sensibilidades que solo se viven con el libro en papel, como el contacto con las hojas, el subrayar el papel, etc.
Los libros universitarios y profesionales son una excepción en lo dicho anteriormente: alrededor de 35% se venden en formato digital.
Pero ocurre que muchos de estos libros no pasan por librerías, sino que son venta directa entre editor y comprador, algo que es facilitado por el internet.
Se plantea que una reducción del precio, y más fácil acceso de los libros electrónicos aumentaría sus ventas. Entretanto, en Francia, las librerías que comenzaron dedicándose exclusivamente al comercio electrónico se tuvieron que diversificarse al papel, y hoy, los libros digitales solo ocupan el 25% de sus ventas.
Con información de La Croix
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