lunes, 25 de noviembre de 2024
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Dios quiere salvar a toda la humanidad, recuerda Obispo de Frederico Westphalen, en Brasil

Frederico Westphalen (Lunes, 23-08-2019, Gaudium Press) Mons. Antônio Carlos Rossi Keller, Obispo de Frederico Westphalen en Brasil, comenta la liturgia del pasado domingo y resalta la unidad de enseñanzas que se encuentran en las lecturas del día 25 de agosto de 2019, XXI domingo del Tiempo Común.

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Primera Lectura

La 1ª Lectura (Isaías 66,18-21) nos recuerda que una de las funciones del Mesías era abatir barreras y reunir a todos los pueblos dándoles la posibilidad de contemplar la gloria del Señor.

Pasando a nuestros días, Mons. Antônio Carlos dice que hoy, para nosotros, «es un dato adquirido que la Iglesia está compuesta por gente de todas las naciones».

«¿Pero podremos decir que en nuestras comunidades se realiza este plan del Señor?

«¿Nuestras actitudes y palabras fomentan la unión fraterna de modo que todos los hombres como hermanos, puedan alabar a Dios Padre?

«¿No discriminamos a ciertas personas, basados en su proveniencia, riqueza que poseen, preparación intelectual o posición social?

«El Señor es el Dios de todos los hombres. La salvación es una tarea a la que nos debemos dedicar empeñadamente.

«La dimensión misionera de la Iglesia, de la que todos somos responsables, nos lleva a abrir el corazón y a trabajar en esa aceptación y disponibilidad, esforzándonos para que aquellos con quien contactamos descubran el camino para el Padre.

Salmo Responsorial

El refrán del Salmo Responsorial (Salmo 116), dice Mons. Rossi Keller, «nos invita a ir por todas partes a anunciar la Buena Nueva aclamando y alabando al Señor que nos ama siempre y es fiel a su amor:

«¡Proclamad el Evangelio a toda criatura!

«Él desea la salvación de todos los hombres. Entretanto, exige el esfuerzo de nuestra parte».

Evangelio

El Obispo de Frederico Westphalen subraya que el Evangelio del XXI domingo del Tiempo Común (Lucas 13,22-30) viene en esta secuencia y constituye un apelo a que entremos por el camino de la exigencia.

«Generalmente, San Lucas nos presenta un Jesús comprensivo, compasivo, amigo de los pobres, los desesperados, los que se equivocaron en la vida, recuerda el prelado.

«Con todo, en el Evangelio de hoy usa un lenguaje amenazador y terrible. ¿Entonces, ahora ya no se presenta como el amigo de los pecadores y los publicanos con quien fraternalmente comió a la mesa?

«¿Cómo es que ahora habla de una puerta estrecha que tiene que atravesarse, de una multitud que quiere pasar y a quien el Señor cierra violentamente la puerta?»

Cómo se entra al Reino de Dios

«Tenemos que saber interpretar correctamente aquello que Jesús quiere decir y enseñar», recomienda Mons. Antônio Carlos.

«A la pregunta que le es hecha por alguien: ‘¿Señor, son pocos los que se salvan?’, Jesús no responde directamente.

«No acepta hablar del mundo y de la salvación eterna, sino aclarar cómo se entra al Reino de Dios, esto es, cómo las personas se pueden tornar sus discípulos.

«Él busca hacer comprender que no se puede ser su discípulo sin renunciar a ser grande, poderoso, dominador, discriminando personas, sino en hacerse pequeño y siervo de todos.

«Pequeño es aquel que se siente perdido y no puede sino apelar a la misericordia de Dios, para poder pasar por la puerta estrecha.
Quien no asume la condición de pequeño sea cual sea su práctica religiosa, no consigue entrar al Reino de Dios», subraya Mons. Rossi Keller.

Explicando la Parábola: Humildad antes que todo

Entonces, Jesús se sirve de la parábola para explicar esto mismo, dice el Obispo gaucho: el dueño de la casa que nos abre la puerta es Dios, que organiza el banquete.

«Algunos pasan, pero muchos otros no consiguen entrar porque a determinada altura el señor cierra la puerta.
¿Quiénes son los que se quedan afuera? pregunta el Obispo para luego él mismo responder:

«Aquellos que se identifican por haber comido y bebido con Él. No son los paganos, sino miembros de la comunidad cristiana.

«Son aquellos que tienen su nombre en los registros parroquiales, que escuchan el Evangelio, que participan del banquete eucarístico, que rezan, participan de procesiones, asisten a predicaciones. Son las personas que creen que por hacer esto ya pueden entrar a la fiesta.

«¡Pero no!

«Les falta lo indispensable: hacerse pequeños para poder entrar por la puerta estrecha.

«Que no hagan discriminaciones de personas, que no se sientan los mayores.

«Jesús usó palabras duras para poner de sobre-aviso a aquellos que por el hecho de pertenecer a la comunidad cristiana están convencidos que son santos, mejores que los otros, puros, justos.

«Lo que es cierto es que estos no consiguieron entrar.

«¡Humildad, antes que todo!» (JSG)

 

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