Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-10-2019, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy miércoles, cuando el Papa continúa a reflexionar sobre el texto de los Hechos de los Apóstoles, el turno fue para el encuentro del diácono Felipe con el tesorero de la Reina de Etiopía.
«Después del martirio de Esteban se desató en Jerusalén una violenta persecución contra la Iglesia, muchos cristianos tuvieron que dejar la ciudad y se dispersaron por Judea y Samaría. Esa persecución en lugar de detener la evangelización, la impulsó. Así lo observamos en el testimonio del diácono Felipe que fue a evangelizar las ciudades de Samaría, donde el anuncio de la Palabra estaba acompañado por muchos signos de liberación y curaciones», dijo el Pontífice.
El Espíritu Santo inspiró al diácono Felipe a encontrar a un etíope eunuco y que además era prosélito judío, funcionario etíope, que con el corazón abierto a Dios, leía un trecho de Isaías: Felipe se acerca a la carroza y le pregunta: «¿Comprendes lo que estás leyendo?». El etíope responde: «¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?»».
Era un hombre poderoso, seguramente rico, «pero humilde», que «reconoce que necesita ser guiado para comprender la Palabra de Dios».
Palabra de Dios que nos invita a «ir más allá de los propios límites para encontrar a Dios y conformarse a Cristo, que es la Palabra viva del Padre».
«El diálogo entre Felipe y ese hombre, que reconoció no entender la Palabra de Dios, nos dice que no es suficiente leer la Escritura, ya que la clave para entenderla se encuentra en Jesús, Palabra encarnada del Padre, que con su misterio pascual le da pleno sentido. El encuentro con Felipe impulsó al etíope a pedirle el Bautismo; al recibirlo lo convirtió en un hombre nuevo y lo marcó con «el sello» de la alegría del Espíritu Santo, fuente de esperanza para su camino», dijo el Papa.
Felipe también iba movido por el Espíritu Santo: «El protagonista de la evangelización pues, es el Espíritu Santo y ¿cuál es el signo de que tú, cristiana, cristiano, eres un evangelizador? La alegría. También en el martirio. Y Felipe lleno de alegría fue a otra parte a predicar el Evangelio».
Predicación que comúnmente llevaba unida la persecución. Sin embargo, «la persecución, en lugar de apagar el fuego de la evangelización, lo alimenta aún más». Siempre bajo el soplo del Espíritu Santo.
Con información de Vatican News
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