Redacción (Jueves, 03-10-2019, Gaudium Press) En cierta ocasión, en una de sus catequesis, mientras hablaba sobre los ángeles, el Papa Juan Pablo II dijo:
«La Iglesia confiesa su fe en el Ángel de la Guarda, venerándolo en la liturgia con una fiesta especial y recomendando buscar su protección con una oración frecuente».
Con ocasión del 2 de octubre cuando conmemoramos la fiesta de los Ángeles de la Guarda recordaremos algunos pocos puntos sobre la devoción a estos puros espíritus celestes que Dios creó para su gloria y su servicio.
Lea con atención. Puede ser que uno u otro de esos motivos el querido lector ya no recuerde más:
1. El Ángel de la Guarda nos acompaña desde la concepción
Cada ser humano, desde el momento de su concepción, tiene un Ángel de la Guarda.
Dice el Catecismo (336):
«Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana es acompañada por su custodia e intercesión».
Del mismo modo, dice San Basilio Magno:
«Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor para conducir su vida». Con estas afirmaciones comprendemos que la misión del Ángel de la Guarda es velar por cada persona, proteger de los peligros y guiar nuestra vida a Cristo.
Por eso, San Juan María Vianney (el Santo Cura D’Ars) indicaba:
«Que feliz es ese Ángel de la Guarda, pues acompaña el alma cuando va a la Misa».
2. La existencia del Ángel de la Guarda no es una invención ni un cuento infantil. Ella es fundamentada en la Biblia
En la Biblia, desde el Antiguo Testamento existen varios pasajes que mencionan la presencia de los ángeles que custodian, como en el Éxodo (23, 20-21):
«Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te preparé. Respétalo y escucha su voz».
Del mismo modo, en el Nuevo Testamento, Jesús dice (Mt 18,10): «No desprecien a ninguno de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial».
3. Los Ángeles de la Guarda son amigos próximos de los santos
Muchos santos dieron testimonio de la inseparable relación que tuvieron con sus Ángeles de la Guarda. Entre ellos, están San Francisco de Sales, Santa Teresita del Niño Jesús, San Pío de Pietrelcina, San Josemaria Escrivá, entre otros.
Santa Francisca Romana (1384-1440), patrona de los choferes, tuvo la gracia de ver su Ángel de la Guarda, que velaba por ella día y noche.
La Santa lo describe así:
«Era de una belleza increíble, con una piel más blanca que la nieve y un rubor que superaba el enrojecimiento de las rosas».
«Sus ojos, siempre abiertos mirando para el cielo, el cabello largo y cacheado color de oro. Su túnica era larga hasta los pies y era blanca un poco azulada y, otras veces, con brillos enrojecidos. Era tal la irradiación luminosa que su rostro emanaba, que podía leer los maitines en plena medianoche».
4. Los Ángeles de la Guarda nos protegen en los momentos difíciles
En cierta ocasión, San Juan Bosco narró que en el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, recomendó a sus alumnos que en los momentos de peligro invocasen su Ángel.
En aquella semana, dos jóvenes trabajadores estaban en un andamio muy alto alcanzando materiales y de repente la tabla se rompió y ambos cayeron en el piso.
Uno de ellos recordó el consejo del santo y exclamó:
«¡Ángel de mi guarda!».
Cayeron de repente y cuando sus compañeros fueron a verlos, uno de ellos estaba muerto, pero el que había invocado su Ángel de la Guarda quedó consciente y subió la escalera del andamio como si nada hubiera ocurrido.
En seguida, el niño contó que al invocar su ángel sintió como si colocasen debajo de él una sábana, que lo bajaba lentamente, y después de eso ya no recordaba más nada.
5. Los Ángeles de la Guarda son poderosos servidores de Dios
San Bernardo Abad, en uno de sus sermones indicó:
«Seamos, pues, devotos y agradecidos a aquellos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslo cuanto podamos y conforme debemos».
«Ellos nos guían en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, prudentes, poderosos: ¿por qué nos asustamos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así, a la sombra del Omnipotente».
Una oración al Ángel de la Guardia
La tradición de la Iglesia recomienda saludar e invocar al Ángel de la guarda durante el día, especialmente con la siguiente oración:
Santo ángel del Señor,
mi celoso guardador,
si a ti me confió la piedad divina,
siempre me rige,
siempre me guarda,
siempre me gobierna y
siempre me ilumina.
Amén.
(JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de ACI Digital)
Deje su Comentario