Washington (Martes, 15-10-2019, Gaudium Press) Invitado a impartir una conferencia en el Programa de Estudios Constitucionales de la Universidad de Notre Dame en Indiana, Estados Unidos, el Arzobispo de Filadelfia, Mons. Charles Chaput, aprovechó para proponer a los estudiantes un desafío de gran profundidad: descubrir razones por las cuales estarían dispuestos a dar la vida.
Mons. Charles Chaput, Arzobispo de Filadelfia. Foto: Arquidiócesis de Filadelfia. |
«Es algo bueno, algo vital, considerar por lo que estamos dispuestos a morir», indicó el prelado en su intervención que considera la última que impartirá en ese centro educativo en calidad de Arzobispo gobernante, debido a que recientemente presentó su renuncia obligatoria por edad. «Incluso hacer esa pregunta es un acto de rebelión contra una era sin amor», expuso, afirmando que la época actual se caracteriza por «un Occidente moderno tardío que ya no puede imaginar nada por lo que valga la pena morir y, por lo tanto, a la larga, algo por lo que valga la pena vivir».
El prelado invitó a reflexionar sobre temas profundos como la vida y la muerte y descubrir su relación con el amor. Como un ejemplo de esto propuso el testimonio de la paternidad y la maternidad, donde los padres realizan un sacrificio de amor y asumen riesgos, a veces hasta de su propia vida, en beneficio de sus hijos. Esto contrasta con las tendencias de la cultura actual. «A medida que las creencias religiosas retroceden y las comunidades de fe disminuyen, el individualismo en el corazón del experimento estadounidense se vuelve más egoísta, más beligerante y más corrosivo», advirtió el Arzobispo. «Rompe los lazos familiares. Tenta a los padres a tratar a sus hijos como logros, o como adornos, o, peor aún, como cargas».
Mons. Chaput extendió este testimonio de amor desde los padres hasta las relaciones de amistad, que suele constituir una forma de amor más ligera. Pero recordó las palabras de Cristo, quien describió la amistad con un nivel superior de amor: «Nadie tiene mayor amor que este, que un hombre da su vida por sus amigos». este testimonio de amistad heroica se ha apreciado por ejemplo en los soldados, dispuestos a morir para defender a sus compañeros. «Toda amistad verdadera requiere una disposición para morir», indicó. «Si no literalmente, sí en el sentido de morir a nosotros mismos; muriendo a nuestra impaciencia y nuestra renuencia a hacer sacrificios por los demás».
De la amistad, el prelado pasó a conversar sobre el honor y la dignidad, valores por los cuales numerosas personas han tenido que dar la vida, por ejemplo, ante las injusticias como las cometidas por el comunismo soviético. «Como San Pablo nos advierte, los principados y poderes de este mundo siempre buscan controlar nuestras vidas», recordó Mons. Chaput. «El mal es real, incluso cuando está enmascarado en formas agradables y excelente comercialización. Por lo tanto, siempre es importante honrar nuestras convicciones más profundas. Y hacerlo puede ser costoso».
El Arzobispo recordó que la virtud de la prudencia debe guiar la forma en la cual se requiere dar el testimonio cristiano, pero con el cuidado de que no se convierta en un «hábito degradante» de silenciar la verdad por el temor a las repercusiones. Estos consejos los ofreció con motivo de las condiciones actuales de la cultura, que hace que los creyentes puedan esperar «un camino difícil en los próximos años».
«Esta es probablemente mi última charla como Arzobispo en servicio. Pero la Iglesia, su misión y la historia cristiana continúan», concluyó Mons. Chaut. «Y la mayor bendición que puedo desear, para cada uno de ustedes, es que participen en la historia con toda la energía y pasión en su corazón. Porque es una vida que vale la pena vivirse».
Con información de Catholic World Report.
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