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San Pablo (Jueves, 17-10-2019, Gaudium Press) Más de 1000 miembros de los Heraldos del Evangelio participaron de la Misa celebrada ayer miércoles 16 de octubre en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario en Caieras – Brasil, por el Cardenal Raymundo Damasceno y Mons. José Aparecido, como Comisariato enviado por la Santa Sede.
Saludo
En su homilía, el cardenal Damasceno saludó a los presentes y expresó su alegría en visitar a los Heraldos. «Queridos hermanos y hermanas todos en Nuestro Señor Jesucristo. Es con gran alegría que estoy aquí visitando esta Comunidad, esta Casa, junto con Monseñor José Aparecido. Yo como Comisario y él como auxiliar del Comisariato. Fui nombrado por la Santa Sede para justamente colocarnos al servicio de los Heraldos».
No es señal de intervención o punición
El Cardenal explicó que esta intervención «es un signo del amor y la ternura de la Iglesia hacia esta familia religiosa, que son los Heraldos del Evangelio. Tan numerosos, presentes en tantos lugares, no solo en el Brasil, sino también en América Latina. Europa y África. Y la Iglesia, como un signo de esta predilección, hacia esta familia religiosa, justamente nombró al Comisariato no como intervención o castigo, como muchas veces aparece en las redes sociales «.
Cariño y amor de la Santa Iglesia, hacia los Heraldos
El Cardenal Damasceno también aclaró que este servicio «es un signo del cariño y amor de la Iglesia» hacia la familia religiosa de los Heraldos del Evangelio, «tan importante en la Iglesia que tiene su papel, su lugar, su propio carisma».
«La Iglesia con razón quiere colaborar con los Heraldos para que sean cada vez más fieles a su carisma, a su misión en la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. Es por eso que estamos aquí con este espíritu de servicio», aseguró.
Ser santos
El Cardenal recordó a los dos grandes santos que la Iglesia celebra en esa fecha: Santa Edwiges, que se santificó en el matrimonio y en el servicio a los pobres; y Santa María Margarita Alacoque, que fue favorecida por gracias especiales, en la misteriosa presencia de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía.
Al concluir su homilía, el Cardenal Damasceno enfatizó que la vocación de toda persona bautizada es la santidad. (PJS)
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