Redacción (Lunes, 28-10-2019, Gaudium Press) El día 25 de octubre la Iglesia Católica recordó a San Antonio de Santana Galvão, primer santo brasileño canonizado.
El santo franciscano practicó en grado heroico todas las virtudes cristianas, sobre todo el amor de Dios. Y de ahí es que venían todas sus santas actitudes.
Dios Nuestro Señor, por eso mismo, le proporcionó dones y favores que él siempre los colocó al servicio de la misericordia divina y para el bien de las almas.
Todavía en vida eran reconocidos por los fieles estos sus dones sobrenaturales.
Los dones más comentados eran aquellos que caracterizaban una acción sobrenatural que hoy en día serían denominadas como bilocación, telepatía, premonición, clarividencia, levitación, tele-percepción.
Veamos algunos hechos extraordinarios.
¿Usted camina sin pisar en el piso?
Caminando por una de las estrechas calles de San Pablo de aquel tiempo, una señora vio que en la dirección opuesta venía Fray Galvão.
Ella pasó a colocar toda su atención en el fraile famoso.
Él venía tan recogido que parecía tener sus pensamientos puestos en el Cielo y, cada vez se aproximaba más de la, entonces, ya intrigada señora.
Cuando los dos se cruzaban, la mujer, con respeto y espanto, se dirigió a él preguntando:
«Señor Padre, ¿usted camina sin pisar en el piso?»
Fray Galvão sonrió, la saludó y siguió adelante.
En el Monasterio de la Luz hay varios testimonios sobre el don de levitación que tenía San Fray Galvão. Este es apenas uno de ellos.
No llovió en la Plaza
En todas las villas y ciudades por donde pasaba, a pedido de los párrocos, Fray Galvão celebraba misas y predicaba.
A veces era tanta gente que acudía para oírlo que la Iglesia no comportaba tantos fieles y era necesario predicar al aire libre.
En Guaratinguetá ocurrió un hecho extraordinario: el sermón había comenzado, cuando repentinamente se formó una gran tempestad.
La lluvia se aproximaba peligrosamente de la calle donde el Santo celebraba y haría su sermón.
Al ver eso los fieles daban muestras de querer irse. Fray Galvão, sin embargo, les dijo que se quedasen pues nada les ocurriría.
Dicho y hecho: la lluvia caía fuerte y voluminosa mojando todo alrededor del lugar donde estaban. Solo en la plaza donde estaba el altar para la celebración continuó seco: ninguna sola gota cayó sobre ella…
Estando en San Pablo, atiende un moribundo en otra ciudad
El hecho ocurrió alrededor de 18:10 horas, a las márgenes del río Tietê, en el distrito de Potunduva, municipio de Jaú, próximo a Pederneiras y Baurú:
Manuel Portes, capataz de una expedición de venía de Cuiabá, hombre de temperamento inestable, castigó severamente al mestizo Apolinário por indisciplina. Para vengarse, el mestizo lo atacó por la espalda con un enorme cuchillo, y huyó.
Sintiendo que moriría, Manuel Portes se desesperó y se puso a gritar:
«¡Mi Dios, yo muero sin confesión! ¡Señor San Antonio, pedid por mí! ¡Dadme confesor! ¡Venid, Fray Galvão, a asistirme!»
Entonces alguien gritó, avisando que un fraile se aproximaba, y todos identificaron a Fray Galvão.
Los testigos contaron cómo sucedió el hecho: «Se aproximó el querido sacerdote, alejó con un gesto a los espectadores de la trágica escena, se agachó, se sentó, puso la cabeza de Portes sobre el regazo y le habló en voz baja, recostándole después el oído a los labios.
Quedó así algunos instantes, después del cual bendijo al expirante. Se levantó, entonces, hizo un gesto de adiós y se alejó de modo tan misterioso cuanto había aparecido».
En aquel mismo instante Fray Galvão se encontraba en San Pablo, haciendo una predicación. Él interrumpió su sermón y pidió que se rezase una Ave-María por un moribundo. Terminada la oración, continuó su predicación.
Porque las campanas tocaron…
Antiguamente, cuando las campanas tocaban fuera de horario de alguna función en la Iglesia, la comunidad local se reunía pues, ya se sabía: algo de extraordinario había ocurrido.
Cierto día, las campanas del Monasterio de la Luz tocaron y la población atendió la convocatoria que ellas hacían.
Llegando al Monasterio encontraron a Fray Galvão, ya en edad avanzada que los esperaba para anunciar: «¡Explotó en Portugal una revolución!»
Y pasó, entonces a relatar detalles de lo que ocurriera como si estuviese asistiendo a todo personalmente.
Semanas más tarde llegaron noticias venidas de Portugal que confirmaban los relatos hechos por Fray Galvão. Él vio todo.
Tú tienes vocación, serás monja
Una niña que tenía alrededor de nueve años fue llevada a la presencia de Fray Galvão.
En el transcurso de la conversación, preguntó a ella sobre lo que deseaba ser. Y ella respondió al Santo Fraile que quería ser monja.
Fray Antonio la bendijo con cariño y proféticamente le confirma la vocación.
A los 19 años ella ingresa a un Convento.
(JSG)
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