Menú 
Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-11-2019, Gaudium Press) En una reflexión hecha antes de la oración del ángelus, el pasado 1º de noviembre en la Plaza de San Pedro, el Papa afirmó que «los Santos y las Santas de todos los tiempos no son simplemente símbolos, seres humanos distantes, inalcanzables».
Por el contrario, «son personas que vivieron con los pies en el suelo; ellos experimentaron la fatiga diaria de la existencia con sus sucesos y fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para levantarse y continuar el camino».
«Eso demuestra que la santidad es una meta que no puede ser alcanzada apenas por las propias fuerzas, sino que es el fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella. Por lo tanto, la santidad es don y llamado».
Francisco recordó en esa Solemnidad de Todos los Santos, que «somos todos llamados a la santidad».
Gracia, santidad, bautismo
El Pontífice explicó que la gracia de Dios «es algo que no podemos comprar o cambiar, sino acoger, participando así de la misma vida divina a través del Espíritu Santo que habita en nosotros desde el día de nuestro Bautismo».
«La semilla de la santidad es precisamente el Bautismo», destacó.
Santidad es una respuesta al llamado de Dios para la plena comunión
«Se trata de madurar siempre más la consciencia de que estamos injertados en Cristo, como la rama está unida a la vid, y por eso podemos y debemos vivir con El y en el como hijos de Dios.
Entonces la santidad es vivir en plena comunión con Dios, ya ahora, durante la peregrinación terrena».
Del mismo modo, afirmó que la santidad «además de ser un don, es también un llamado, una vocación común a todos nosotros, a los discípulos de Cristo; es el camino de plenitud que cada cristiano es llamado a recorrer en la fe, caminando hacia la meta final: la comunión definitiva con Dios en la vida eterna».
«La santidad se torna así una respuesta al don de Dios, porque se manifiesta como asunción de responsabilidad. En esta perspectiva, es importante asumir un serio y cotidiano compromiso de santificación en las condiciones, deberes y circunstancias de nuestra vida, procurando vivir todo con amor, con caridad».
Quienes son los Santos
«Los Santos que celebramos hoy en la liturgia son hermanos y hermanas que admitieron en sus vidas la necesidad de esa luz divina, de abandonarse a ella con confianza. Y ahora, delante del trono de Dios, cantando su gloria por toda la eternidad», afirmó Francisco.
Dificultades en la caminata terrena rumbo a la Ciudad Santa y esperanza
El Pontífice dijo que los santos «constituyen la ‘Ciudad Santa’, la cual miramos con esperanza como nuestra meta definitiva, en cuanto somos peregrinos en la ‘ciudad terrenal’. Caminamos para la Ciudad Santa, donde esos santos hermanos y hermanas nos esperan».
«Es cierto, estamos cansados de las dificultades del camino, pero la esperanza nos da la fuerza para seguir adelante. Mirando la vida de los santos somos alentados a imitarlos. Entre ellos, están muchos testimonios de una santidad ‘de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son reflejo de la presencia de Dios'».
«El recuerdo de los Santos nos lleva a erguir los ojos al Cielo: no para olvidar las realidades de la tierra, sino para enfrentarlas con más coraje y esperanza», concluyó Francisco.
(JSG)
Deje su Comentario