Ciudad del Vaticano (Lunes, 18-11-2019, Gaudium Press) Ayer, después del rezo de la oración del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco exhortó a que «Los discípulos de Cristo están llamados a detener la fuerza destructiva del mal». Esto lo hizo al comentar el evangelio de San Lucas, del penúltimo domingo del Tiempo Ordinario.
Jesús «nos habla de la actitud que debe tomar el cristiano al vivir esta historia», la historia humana, que está «marcada por la calamidad y la violencia».
Dice el Evangelio de ayer (Luc 21,5-19):
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: «Yo soy», o bien: «Está llegando el tiempo»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Explicó Francisco que la acción de los cristianos, para «detener la fuerza destructiva del mal», se basa en la certeza de que «para acompañar su buena acción [la de los cristianos] siempre está la ternura providente y tranquilizadora del Señor».
El Pontífice colocó como ejemplo de esta acción cristiana la de los mártires, que «nos dan un legado para ser preservado e imitado: el Evangelio del amor y la misericordia».
Padre Moscoso
Después, Francisco recordó la memoria del nuevo beato de la Iglesia, Padre Emilio Moscoso, ecuatoriano, que fue beatificado el día anterior en Riobamba, Ecuador.
«Su ejemplo de humilde religioso, apóstol de oración y educador de la juventud, apoye nuestro viaje de fe y testimonio cristiano», dijo.
Con información de Vatican News
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