Brooklyn (Martes, 26-11-2019, Gaudium Press) El Diácono Greg Kandra, perteneciente a la Diócesis de Brooklyn, Estados Unidos, y autor de un libro sobre el fomento de la espiritualidad en medio del ajetreo cotidiano, propuso en un artículo de opinión reproducido por el periódico Catholic Philly destacar de manera especial el tiempo litúrgico del Adviento para poder preservar el sentido de la Navidad. «La Navidad sólo importará si hacemos que el Advient importe», advirtió el Diácono.
El tiempo de Adviento es de gran importancia espiritual y debe ser recuperado. Foto: Gaby Arevalo |
Un componente que puede crear confusión en los fieles es el afán comercial de explotar el tiempo de Navidad, por lo que las decoraciones navideñas se adelantan a noviembre y la música propia de la temporada se escucha con bastante anticipación, mientras que la publicidad y los catálogos de productos insisten en anticipar la compra de obsequios. «En medio de todo esto, podemos olvidar fácilmente una parte vital del calendario cristiano: el Adviento», lamentó el Diácono. «Estas semanas antes de Navidad tienen la intención de hacer que esa festividad singular – y el día sagrado singular -sean importantes. El Adviento prepara el escenario, llamándonos a ‘preparar el camino’, construyendo en nuestros corazones una sensación de anhelo, anticipación y esperanza gozosa».
Por ejemplo, la Sierva de Dios Dorothy Day comparaba el Adviento a la espera de una mujer en estado de embarazo. «Ella vive en una prenda de silencio», escribió Day, «como si estuviera escuchando escuchar el revuelo de la vida dentro de ella». Este espíritu de silencio plantea todo un reto a los católicos de la actualidad. «¿Cómo podemos recuperar el misterio y la tranquilidad de esta hermosa temporada?», cuestionó el Diácono Kanda. «¿Cómo podemos hacer que el Adviento importe?».
Una de las reflexiones propuestas por el Diácono es reinterpretar el sentido de las decoraciones a su intención original. «Desenredamos los acordes y reemplazamos las bombillas quemadas y luego tendimos cables alrededor de la casa y los arbustos con un propósito explícito: combatir la oscuridad y desafiar la noche», explicó. «Las primeras palabras de Dios en toda la Escritura se convierten en nuestro himno en diciembre: ¡Hágase la luz! Durante estas semanas, cuando vemos estas exhibiciones extravagantes, de buen gusto o no, estamos viendo algo que afirma la creación y dice: no importa qué, allí seremos la luz». Las manifestaciones exteriores de la Navidad deben recordar al creyente la espera del Sol de Justicia.
La segunda propuesta es, a pesar de lo difícil que pueda resultar, promover el silencio como preparación a la Navidad. «Necesitamos buscarlo, donde sea y como podamos. Requiere esfuerzo, pero el esfuerzo lo vale. Baje el volumen. Haga clic fuera de la computadora. Apague la televisión. Baje las luces y atenúe el resplandor. Trabaje para hacer de esta temporada un momento de gentileza, un momento de tranquilidad, consideración y paz», motivó. «¿Cómo podemos escuchar a los ángeles si la televisión está gritando?»
El Diácono recordó la costumbre norteamericana de emplear un árbol natural para decorar en Navidad, el cual solía llegar días antes de la fecha. Esto facilitaba comprender el sentido de la espera, y además proyectaba la celebración hacia su verdadero tiempo. «Siempre me entristece ver los árboles de Navidad tirados a la acera antes de Año Nuevo. La temporada navideña se extiende hasta la fiesta del Bautismo del Señor, a mediados de enero», recordó el Diácono. «Así que guarde los saludos y deseos navideños para más tarde. Mire este momento con gratitud y asombro: la anticipación de lo que viene y la alegría de lo que será. Disfrute el carácter especial de esta temporada. Saboréelo. Abrace su maravilla».
Con información de Catholic Philly.
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