Ciudad del Vaticano (Jueves, 28-11-2019, Gaudium Press) A pesar de haber llegado recién de su 32° viaje apostólico, con el cansancio que es normal después de un largo y cansador viaje, el Papa Francisco insistió en ir hasta la Plaza San Pedro para recibir millares de fieles y peregrinos que lo esperaban para la Audiencia General de este miércoles, 27 de noviembre, cuando la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de las Gracias y la devoción de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Pero, el viaje, con todos sus acontecimientos, continúa marcando la memoria de Francisco y fue, ciertamente, por eso mismo que, en su Audiencia General de hoy, él recordó en su catequesis momentos vividos en Tailandia y Japón.
Los recuerdos de las etapas de su viaje vividos en Tailandia y Japón marcaron la Audiencia General del Papa.
Al agradecer a las autoridades gubernamentales y eclesiásticas de los dos países, el Pontífice afirmó que la visita aumentó su proximidad y su afecto por aquellos pueblos: «Dios los bendiga con abundancia de prosperidad y paz».
Tailandia
Comenzando por la primera etapa, Francisco recordó que Tailandia es un antiguo Reino que se modernizó fuertemente.
El pueblo «thai» es el «pueblo de la bella sonrisa. Las personas allí sonríen. Alenté el empeño por la armonía entre los diversos miembros de la nación y para que el desarrollo económico pueda ir en beneficio de todos.»
Francisco recordó que con la comunidad católica local, él vivió momentos de convivencia con los sacerdotes, los consagrados, los obispos.
Se acordó de las dos misas allí celebradas y conoció de cerca el trabajo del Hospital San Luís en pro de los necesitados, los últimos:
«Allí experimentamos que en la nueva familia formada por Jesucristo existen también los rostros y las voces del pueblo Thai.»
Japón: lucha por la vida
El Pontífice recordó que después de Tailandia fue para Japón y que, en su viaje al país del Sol Naciente, el lema «Proteger cada vida» lo acompañó en toda su visita.
Para Francisco, el país «carga impresas las llagas del bombardeo atómico y es en todo el mundo portavoz de los derechos fundamentales a la vida y la paz».
De Nagasaki e Hiroshima, recordó el Papa su encuentro con los sobrevivientes y familiares de las víctimas por las cuales rezó.
Pérdida del sentido de vivir
«Para proteger la vida, es preciso amarla, y hoy la grave amenaza en los países más desarrollados es la pérdida del sentido de vivir», dijo Francisco, afirmando en seguida que las primeras víctimas del vacío de sentido son los jóvenes.
Y Francisco recordó que fue por eso que él dedicó un encuentro a reunirse con la juventud en Tokio, en el que los alentó a que se opongan a toda forma de bullying, y a vencer el miedo y el cierre abriéndose al amor de Dios:
«Auspicié una cultura de encuentro y diálogo, caracterizada por la sabiduría y amplitud de horizonte». «Abierto al mensaje evangélico, Japón podrá ser un país conductor por un mundo más justo y pacífico y por la armonía entre hombre y medio ambiente.»
Para encerrar sus palabras, el Pontífice, dirigiéndose a los «queridos hermanos y hermanas» presentes en la Audiencia, pidió:
«confiemos a la bondad y la providencia de Dios los pueblos de Tailandia y de Japón».
(JSG)
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