Phoenix (Jueves, 28-11-2019, Gaudium Press) Después de presentar la importancia de los atributos trascendentales (la Verdad, la Bondad y la Belleza) como huellas de Dios en la creación, el Obispo de Phoenix, Estados Unidos, Mons. Thomas Olmsted, escribió el segundo artículo de su serie, esta vez para analizar el primero de ellos: La Verdad. Este atributo tiene un valor especial para los creyentes, debido a que Cristo lo identificó consigo mismo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
«Jesús mismo es la Verdad, una verdad que viene de fuera del mundo pero que da sentido al mundo», enseñó Mons. Olmsted. Foto: Tyndale Philosophy. |
«Los hombres y las mujeres tienen un hambre insaciable de verdad; anhelan respuestas y sentido en la vida. Estamos creados para la verdad porque estamos hechos a imagen de Dios», explicó el Obispo. «Por nuestra propia naturaleza como personas humanas se nos ordena hacia la verdad, tenemos hambre de verdad y tenemos la obligación moral de buscarla». Pero a pesar de ser una necesidad humana universal, no todos están en capacidad de reconocerla.
Para poder definir este concepto, Mons. Olmsted citó a Santo Tomás de Aquino en su Summa Theologica: «La verdad es la conformidad del intelecto a la realidad, ya sea del mundo físico o espiritual». Esta definición reconoce la existencia de una realidad objetiva, que «existe independientemente de nuestro conocimiento u opinión de la misma», según explicó el Obispo.
Un mundo que se aleja de la Verdad
El prelado lamentó que en la actualidad muchas personas «tienen dificultades para aceptar un concepto elemental de verdad» y se califica la verdad como una supuesta construcción social. «Reclamar la verdad absoluta, una que todo el mundo debe creer y seguir, es considerado por muchos hoy en día como inmoral porque esto sería imponer la propia creencia sobre los demás. A menudo se cataloga como intolerancia y prejuicio contra lo que otros piensan».
«Hubo un tiempo en que las personas tenían un conjunto compartido de creencias en Dios y en lo que Él enseña y espera. En una cultura pluralista, el Derecho Natural era la base esencial a partir de la cual podíamos construir puntos en común», expuso Mons. Olmsted. «En la sociedad contemporánea, el Derecho Natural se reduce comúnmente a un no factor, lo que resulta en un paso atrás de la realidad, es decir, un paso atrás del mundo creado por Dios y un retiro dentro de la mente de cada uno que resulta en perder el contacto con la realidad por completo». Esta perspectiva justifica numerosas desviaciones y tergiversaciones que derivan en crímenes como el aborto. «Esto es lo que sucede cuando nos alejamos de la realidad y buscamos la verdad en nuestra propia mente en lugar de en la creación y revelación de Dios».
La grave consecuencia de esta actitud es expuesta por San Pablo en la Carta a los Romanos, cuando condena a los hombres que «por su injusticia retienen prisionera la verdad». El Apóstol alerta sobre el castigo de Dios, que los abandona a los deseos de su corazón, «ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente». «Esta confusa noción de realidad llamada relativismo está en el corazón de la crisis que amenaza la cultura popular hoy en día», indicó el prelado tras citar el texto de San Pablo. «El relativismo cambia el enfoque de la realidad al sujeto individual. Y como las personas tienen diferentes percepciones, la verdad se considera relativa. Sin embargo, esto sólo puede conducir a una ‘dictadura’ de opiniones porque cuando ya no podemos apoyarnos en la realidad y la razón para demostrar nuestro punto, nos quedamos discutiendo y luchando por el poder, lo que resulta en caos e incluso violencia».
El triunfo de la Verdad
Este panorama desolador contrasta con la Verdad que se encuentra en Cristo mismo. «Jesús mismo es la Verdad, una verdad que viene de fuera del mundo pero que da sentido al mundo, una verdad absoluta e inmutable pero que se transforma para mejor a quien toque», enseñó el Obispo. «Cuanto más busquemos la Verdad y cuanto antes nos conformemos a Su santa voluntad, ya sea expresada en las leyes inmutables de la naturaleza o en la Sagrada Escritura revelada, más pronto encontraremos significado, felicidad y la realización por la que fuimos creados».
«Por lo tanto, cuanto más conocemos al Señor, más conocemos la verdad; porque la verdad no es simplemente un conjunto de hechos, sino una relación personal con Dios», agregó Mons. Olmsted. «A diferencia del relativismo que construye su casa sobre la arena de las opiniones subjetivas, Cristo nos llama a edificar nuestra vida sobre Él». Aunque la sociedad actual pretende ejercer el poder como única verdad, no existe mayor poder que la verdad hallada en Jesucristo, capaz de sobrevivir la opresión y persecución de los más grandes poderes humanos. «La verdad tiene un poder propio, un poder que ningún mal vencerá. San Agustín describió la verdad como un león; suéltalo, dijo, y se defenderá», concluyó el prelado. «Jesús encarna la esperanza del triunfo final de la verdad».
Con información de The Catholic Sun.
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