Ciudad del Vaticano (Viernes, 06-12-2019, Gaudium Press) En la tarde de jueves (05/12) fue realizada la ceremonia de inauguración del pesebre y de las luces del árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.
La ceremonia fue presidida por el cardenal Giuseppe Bertello y por Mons. Fernando Vérgez Alzaga, presidente y secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
La inauguración del pesebre y la iluminación del árbol de Navidad en la Plaza San Pedro es una tradición que agrada a todos. Ella fue introducida hace 37 años, en 1982 por San Juan Pablo II, y para muchos se tornó un evento que no se puede perder.
Los dos símbolos navideños fueron ofrecidos por dos pequeñas localidades del nordeste de Italia, Scurelle, que queda en la provincia de Trento y Rotzo, en el planalto de Asiago. Estos dos municipios fueron intensamente afectados por la tempestad climática que devastó florestas enteras de Triveneto, en el año 2018.
Encuentro del Papa con donantes
En la mañana el Papa Francisco recibió a los donantes de los dos símbolos de la Navidad. Esta ocasión fue una oportunidad encontrada por Francisco para alentar a las poblaciones de las áreas de las dos ciudades y hacer una reflexión:
«El encuentro de hoy me da la oportunidad para renovar mi aliento a vuestras poblaciones, que el año pasado sufrieron una calamidad natural devastadora, con el abatimiento de enteras áreas de bosque.
Se trata de eventos que asustan, son señales de alarma que la creación envía, y que nos piden para tomar inmediatamente decisiones eficaces para preservar nuestra casa común».
Pesebre: una señal admirable
La alegría y la emoción que acompañaron el encender de las luces del pesebre y del árbol de Navidad se estamparon en los ojos y los rostros de todos los presentes, pequeños y grandes, habiendo sido interpretadas como dando razón a las palabras de Francisco en la Carta apostólica «Admirabile signum»:
«La señal admirable del pesebre, muy amado por el pueblo cristiano, no cesa de suscitar maravilla y embelesamiento. Con esta Carta, quiero apoyar la tradición bonita de nuestras familias preparar el pesebre, en los días que anteceden a la Navidad, y también la costumbre de montarlo en los lugares de trabajo, las escuelas, los hospitales, los establecimientos carcelarios, las plazas…
Se trata verdaderamente de un ejercicio de imaginación creativa, que recurre a los más variados materiales para producir, en miniatura, obras-primas de belleza.» (JSG)
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