Redacción (Viernes, 13-12-2019, Gaudium Press) En la liturgia del III Domingo de Adviento o Domingo Gaudete la Iglesia nos invita a la alegría, mostrando el rumbo para alcanzarla.
«Si alguien quiere venir conmigo, renúnciese a sí mismo, tome su cruz y sígame»: ¿dónde está la alegría?
El Evangelio del Domingo de la Alegría
En el trecho del Evangelio de este día, Evangelio – Mateo 11, 2-11, Juan Bautista, varón íntegro que recientemente había conmovido a Israel con su predicación y ejemplo de vida, había sido preso.
En su rectitud, el precursor dijera algunas verdades al rey Herodes Antipas que, esclavo de las propias pasiones, era dominado por una concubina, la esposa de su hermano Filipe y, por eso, el tirano resolvió prenderlo.
El contraste entre los protagonistas de la escena de hoy es notorio: mientras San Juan está en la cárcel y se somete a este padecimiento con plena resignación, animado por la felicidad de ser íntegro y cumplir su llamado, los discípulos se ven privados de esa felicidad por la envidia que los consume. Semejante amargura acompaña Herodes Antipas, esclavizado por sus pasiones.
¿Dónde está la alegría?
La alegría, entonces, ¿dónde está?
En la locura de la cruz: «Si alguien quiere venir conmigo, renúnciese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16, 24).
El problema del sufrimiento
En efecto, el problema del sufrimiento no está tanto en aquello que lo ocasiona, sino en el modo como es soportado. Él existe en todas las situaciones de la vida y pide de nuestra parte el ánimo que esta Liturgia presenta, del cual María Santísima es modelo. Ella aceptó todos los padecimientos que caerían sobre su Divino Hijo y se dispuso a dar su contribución al sacrificio redentor, pues quería la salvación de todos.
Aquí está la alegría
Hecho para pertenecer a Nuestro Señor Jesucristo, el ser humano se realiza en la medida en que asume con seriedad su condición de bautizado, miembro de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, dando pasos adelante en la práctica de la virtud y en la búsqueda de la santidad.
Cuanto más avanzamos en esa vía, mayor es la alegría que nos invade, así como el deseo de progresar aún más.
Para Jesús nacer en nuestros corazones
Consideremos de frente nuestro destino eterno mientras esperamos la venida del Salvador.
En la noche de Navidad Él nacerá de nuevo, místicamente, y si aplicamos en nuestras vidas la lección de esta Liturgia nacerá también en nuestros corazones, donde encontrará una digna posada para recogerse.
Por Monseñor João S. Clá Dias, EP
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Fuente:
DIAS, João S. Clá, O Inédito sobre os Evangelhos Vol I, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano, 2013
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