miércoles, 05 de febrero de 2025
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Obispo de Phoenix publica artículo sobre la Bondad en su serie sobre los Trascendentales

Phoenix (Martes, 17-12-2019, Gaudium Press) El Obispo de Phoenix, Estados Unidos, Mons. Thomas Olmsted, publicó el tercer artículo en su serie sobre los Trascendentales (la Verdad, la Bondad y la Belleza). Tras haber presentado la importancia de estos atributos como huellas de Dios en la Creación (ver noticia anterior), el prelado describió la importancia de la Verdad, hallada en Cristo mismo (ver noticia anterior). En el tercer artículo, el prelado se propuso predicar sobre la Bondad, «quizás el más difícil de los trascendentales para definir», por ser empleado para describir muchas cosas que en general transmite bienestar o satisfacción.

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La Bondad, indetificable en la creación de Dios, tiene su máxima expresión en la Cruz de Cristo. 

«¿Qué es la bondad? Para definirla, vayamos al principio de la Biblia donde aparece la palabra ‘bueno’ por primera vez», propuso el prelado, quien citó el relato de la Creación en el libro del Génesis, cuando Dios observa su obra y la califica como «buena». Esta primera noción de la bondad se relaciona con el poder creativo de Dios. Cuando algo cumple con su existencia, cuando coincide con su ser, ese algo es bueno. «Sin embargo, la bondad de la creación es una bondad relativa que no es nada en comparación con la bondad absoluta que es Dios», advirtió Mons. Olmsted. «Como verdadera fuente y fundamento de todo bien, Dios es bueno en Sí mismo. En el sentido absoluto de la palabra, sólo Dios se dice que es bueno. Por lo tanto, el estandarte de la bondad, lo que hace algo bueno, en última instancia se encuentra sólo en Dios».

Como expresión de esta realidad el propio relato de la Creación describe al hombre como «muy bueno» a los ojos de Dios, precisamente por haber sido creado a su imagen y semejanza. «El único propósito de su existencia estaba directamente relacionado con Dios, que es la razón del hombre de la existencia y del fin. Dios nos hizo conocerlo, amarlo y servirle en esta vida y ser felices con Él en el cielo», expuso el Obispo. «Considerando esta verdad, todas las criaturas que Dios creó, todas las cosas que existen se consideran verdaderamente buenas en la medida en que nos ayudan a alcanzar nuestro fin final: Dios, que es el Bien más grande».

A raíz del pecado original, el hombre perdió la claridad de este discernimiento, llegando a elegir el mal por su apariencia de bien. «El ladrón roba debido a su atracción por el bien físico que codicia. El glotón está demasiado unido al bien de la comida y los lujuriosos persiguen un apetito desordenado por el bien dado por Dios del acto conyugal», expuso Mons. Olmsted. «Incluso los pecados espirituales, como el orgullo, se dirigen de manera desordenada a algo bueno como nuestra propia autoestima. Cuando un bien creado se eleva por encima de su nivel de valor, puede convertirse fácilmente en un ídolo».

Para poder identificar la verdadera bondad, el hombre debe volver su corazón a Dios, propuso el Obispo. «Entonces, como dice San Agustín, el Amor de Dios pondrá en orden todos nuestros otros amores», afirmó, citando a San Bruno, quien lamentó la irracionalidad de amar más la creatura que al Creador y perder de vista que no sólo Dios es la máxima bondad, sino que fuera de él no existe bien alguno. «¿Dónde podemos experimentar la bondad de Dios? En el milagro de la Cruz», agregó el prelado. «En los Evangelios, Cristo fue descrito como quien pasaba ‘haciendo el bien’. Pero la profundidad de ese misterio se encuentra en Su muerte y Resurrección. La bondad de Dios en la Cruz fue plantada en medio de mucho dolor, sufrimiento y rechazo. Sin embargo, la bondad, el amor y el perdón triunfaron en el corazón mismo de la malicia extrema».

«Cuanto más experimentemos la bondad de Jesús, más haremos caso a Su invitación de que lo imitamos», explicó el Obispo. «Los filósofos medievales definieron la bondad como ‘Bonum est diffusivum sui’, es decir, la bondad es difusiva de sí misma. Esto es válido para cada Cristiano cuando procuramos experimentar el milagro de la bondad de Jesús en la Cruz; la bondad nos guiará desde lo seguro e impredecible hacia el sacrificio y la Cruz. Es, para cada uno de nosotros, un momento decisivo: la bondad es difusiva de sí misma». El prelado concluyó su texto con una invitación a los fieles a ver su propia vida desde la perspectiva de Dios y evaluar la historia personal desde la reflexión sobre el auténtico bien. «Que tú y yo tomemos un momento cada día para reflexionar sobre la bondad en nuestra vida y recordar que todo lo que es bueno tiene como raíz el poder creativo de Dios».

Con información de The Catholic Sun.

 

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