viernes, 29 de marzo de 2024
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Expectación del Parto de María: en la semana antes de la Navidad, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de la O

Redacción (Jueves, 19-12-2019, Gaudium Press) A una semana de la Navidad la Iglesia celebra el día 18 de diciembre la fiesta de la Expectación del parto de Nuestra Señora, que entre el Pueblo de Dios es conocida también como fiesta de Nuestra Señora de la O.

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«María guardaba todas las cosas en su corazón» (Lc 2,19), dice el Evangelio. Y este mismo corazón de la Santa Madre de Dios, cada día guardó las aspiraciones santas del deseo de ver nacido a su Hijo Divino.

Estamos, entonces, en la secuencia de la fiesta de la Expectación del parto de Nuestra Señora, o Nuestra Señora de la O.

Historia de una devoción

Esta devoción mariana surgió en Toledo, España, en la época del X Concilio, presidido por el Arzobispo San Eugenio, un Concilio regional convocado por el rey Recesvinto, en el año 656, cuando se estipuló que la fiesta de la Anunciación fuese transferida para el día 18 de diciembre.

El Arzobispo San Eugenio fue sucedido en el cargo por su sobrino, San Ildefonso, que determinó que la fiesta de la Expectación del Parto de Nuestra Señora fuese celebrada en este mismo día, pero con el título de Expectación del Parto de la Beatísima Virgen María.

Espera de María, espera de la humanidad

Esta fiesta resalta no apenas los anhelos de la Virgen María por tener el Niño Jesús en sus brazos, sino también las expectativas de millares de generaciones que suspiran por la venida del Salvador del mundo, desde Adán y Eva.

Nuestra Señora acogió, concentró y reflejó en su corazón todo ese ardiente deseo de la humanidad y de María, como en el más puro y limpio de los espejos.

Porqué Nuestra Señora de la O

La invocación de Nuestra Señora de la O surgió en razón de las antífonas cantadas en la liturgia entre los días 17 y 23 de diciembre antes y después de la recitación del Magníficat en la oración de las vísperas.

Todas estas antífonas de este período comienzan por una invocación a Jesús, que, entretanto, nunca es llamado por el nombre, y cuando todas esas invocaciones incluyen el pedido «Venid».

Y esas antífonas son además comenzadas siempre por la interjección exclamativa ‘Oh’.

Esa interjección surge como exponente altísimo del fervor y ardiente deseo de la Iglesia, que suspira por la venida lista de Jesús.
Fue ese hecho que llevó al pueblo español a dar a la Virgen María este título de Nuestra Señora de la O.

Antífonas de textos del Antiguo Testamento

Las antífonas de este período que precede a la Navidad son todas ellas inspiradas en textos del Antiguo Testamento que anuncian la venida del Mesías, Salvador de la humanidad.

Desde la primera de estas antífonas hasta la última, Jesús es invocado como Sabiduría, Señor, Raíz, Llave, Estrella, Rey y Emanuel.
En latín, esas palabras son Sapientia, Adonai, Radix, Clavis, Oriens, Rex, Emmanuel.

Leyendo apenas sus iniciales latinas, de la última para la primera antífona, se forma el acróstico «Ero Cras», que puede ser traducido como «Vendré mañana».

Lo que se interpreta como la proclamación del Señor que viene.

(ARM)

 

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